La última reunión del presidente Zapatero con los principales directivos y empresarios de este país ha sido eclipsada por la pequeña gran anécdota de Botín, que le pidió algo más o menos lógico: agote la legislatura y no adelante elecciones, ya que esto frenaría el incipiente proceso de reformas y abriría un vació institucional de unos tres meses aproximadamente. Pero este país, tan dado a hacer categoría de lo ornamental, apenas ha ido más allá del presunto apoyo del presidente de Santander a nuestro presidente.
Ya no hay el fantasma de la intervención (inducido realmente por las tenebrosas circunstancias de Irlanda, Grecia y en menor medida Portugal) y este fin de semana pasado el ambiente era más relajado. En exceso, según un asistente a la cumbre, que no duda en señalar que “se pasó de la agresividad o al menos la presión del anterior encuentro de noviembre a un ambiente halagador, casi de peloteo”.
La fuente consultada opina que “tenemos por delante el proceso de reformas más importante de la Unión Europea y debemos profundizar en el mismo ya”. En este sentido, apremia al Gobierno ya que “nuestra economía tiene una penalización fuerte en el coste de su economía”, dice, en relación a la prima de riesgo, que hace que el Tesoro tenga que financiarse mucho más caro que otros países (en la actualidad el bono a 10 años tiene un rendimiento en el mercado secundario del 5,17%, frente el 3,64% de Francia o el 3,29% de Alemania).
Eso es un lastre para el sector público, pero también para el privado, por supuesto. “Tenemos un riesgo claro de quedarnos estancados y no vale ya sólo la excusa de que ganamos mucho dinero fuera de España, si resulta que España es el problema”.
Habrá que ver en el futuro si las reuniones de los empresarios con Zapatero son fructíferas y se traducen en medidas concretas. De momento, corren el riesgo de que la liturgia empiece a superar los asuntos de fondo. Emilio Botín parece haberse erigido en el líder natural de estos encuentros, en una especie de proceso de selección natural inevitable. Pero será positivo que los timoneles de nuestras grandes empresas hablen sin tapujos a nuestro presidente y sepan sugerirle rumbos adecuados.