La decisión de la ONU de una zona de exclusión aérea en Libia, así como tomar las medidas necesarias para proteger a los civiles es una manera de decir que autoriza el ataque al ejercito de Gadafi que, a su vez, está masacrando a los rebeldes.
Esta resolución de Naciones Unidas ha tenido en cuenta la causa del pueblo libio al tiempo que deslegitima el régimen del dictador por los crímenes cometidos contra su propio pueblo. Nunca es tarde.
Ante la imposibilidad de que los libios resuelvan sus propios problemas y de manera pacífica, corresponde ahora que la llamada comunidad internacional –EE.UU y la OTAN- lleve a cabo una intervención militar urgente para evitar más muertes de civiles y que se enquiste el conflicto. Será la primera vez desde que comenzaron las revueltas en esta zona de África que un país va a ser atacado para frenar al sátrapa e impulsar la democracia. Si ese es el objetivo, bienvenida sea la resolución de la ONU que debe amparar y proteger al pueblo libio de una forma rápida y eficaz.
Occidente, o para ser más exactos, Estados Unidos no se puede permitir tener tres frentes de guerra abiertos en el mundo árabe. La perspectiva sería atroz si a Iraq y Afganistán tuviéramos que sumar una acción prolongada en Libia.
Pero las actuaciones contra el déspota no deberían limitarse al plano militar, sino que también tendrían que extenderse a todos los ámbitos para impedir que Gadafi y otros sujetos como él puedan beneficiarse de un exilio dorado dilapidando el dinero y el lujo arrebatado su pueblo.
Editorial Estrella