sábado, mayo 25, 2024
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Se cumplen 31 años del mayor accidente espacial

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31 años han pasado desde que el desastre del Challenger golpeara con dureza a los estadounidenses y a los trabajadores de la agencia espacial por excelencia, la NASA. Aquel 28 de enero de 1986 se produjo la destrucción del primer transbordador espacial en el transcurso de una misión, en este caso, conocida como 'Vuelo STS-51L'. A bordo viajaban siete tripulantes, entre los que se encontraba Christa McAuliffe, la primera maestra que emprendió una misión al espacio, que formaba parte de un programa de la NASA con el objetivo de promover el estudio de la ciencia en los colegios del país norteamericano.

La misión estuvo cerca de aplazarse en diversas ocasiones, no por razones técnicas sino climatológicas. El mes de enero de 1986 se caracterizó por ser extremadamente frío en Florida y esto provocó que el mismo día del lanzamiento amaneciera con largos pedazos de hielo colgando en la torre de servicio del famoso transbordador.

La preocupación por la helada fue disminuyendo al saber que el lanzamiento estaba programado para el mediodía, cuando el hielo ya se habría derretido. La fiabilidad de los dos aceleradores fue uno de los asuntos que se barajaron como posibles causantes del accidente. El transbordador disponía de dos grandes motores (situados en los lados del depósito principal de combustible) y tres principales (ubicados en la popa).

Cuatro piezas con forma de cilindro, amontonadas una sobre otra, formaban los aceleradores y, para asegurarse de que las uniones eran herméticas, en medio de cada dos se instaló dos juntas tóricas (anillos elásticos que cuando se comprimían garantizaban la estanqueidad). Todo encajaba a la perfección, pero un detalle puso en duda la teoría: con temperaturas bajas, la goma se volvía endeble y frágil.

El viento nocturno, clave en el accidente

El ascenso de las temperaturas al mediodía permitió realizar el lanzamiento, nadie creía que una catástrofe podía ocurrir, ni los expertos de la agencia espacial norteamericana. Sin embargo, el viento nocturno fue un protagonista 'oculto', ya que fue clave en la destrucción del transbordador y culpable del mayor accidente espacial.

El viento soplaba con fuerza a lo largo de la noche sobre la plataforma del lanzamiento, chocaba sobre el motor de babor, rozaba el gran depósito ventral de combustible (llenado seis horas antes del lanzamiento con dos millones de litros de hidrógeno y oxígeno líquidos) y formaba remolinos en la parte superior de estribor. Con el paso de las horas, las juntas elásticas del acelerador derecho se encontraban ligadas a una capa helada que superaba las bajas temperaturas de la meteorología predominante durante la noche en Florida.

Los resultados de las investigaciones llevadas a cabo indicaron que el Challenger estalló después de que una junta de goma del transbordador abriera una brecha de combustible. Los equipos de rescate tardaron hasta dos semanas en encontrar el compartimento de la tripulación, con los restos de los siete viajeros todavía a bordo. Muchos pedazos del Challenger fuerin recuperados y analizados a fondo con la finalidad de diagnosticar los motivos de la catástrofe.

David Batalla Bernabeu

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