sábado, mayo 25, 2024
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El Barcelona roza el ridículo y agrava su crisis antes del Clásico

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Era tarde, y el ambiente en el Rico Pérez tampoco era el propio para recibir a un Primera División. Los dos equipos se contagiaron del frío y brindaron un envite algo espeso, en el que el Barcelona asumió la posesión, pero no supo añadirle voracidad a su fútbol en zona de tres cuartos de campo. El Hércules, cómodo por momentos, se adelantó gracias a un gol de Mainz. Aleñá igualó poco después, para alivio de un Luis Enrique que no encontró soluciones.

Luis Enrique sorprendió en cada línea, con la inclusión de Borja López, Álex Carbonell y Carles Aleñá. Canteranos que acompañaron a los que acostumbran a ocupar el banquillo, o incluso la grada, como en el caso de Aleix Vidal. La esencia del Barcelona, en cambio, fue la misma de siempre: asumir la posesión  y tratar de arrastrar al conjunto rival hacia su área. La fórmula dio resultado, y los azulgranas lograron combinar en las inmediaciones del área rival.

Una situación de extremo peligro para el Hércules, que cayó en la trampa con una falta al borde del área. La ausencia de los principales lanzadores propició que Alcácer, con confianza, asumiera la responsabilidad. Su disparo lo repelió Buigues, en lo que fue la mejor llegada del conjunto visitante en toda la primera mitad. Y es que con el transcurso de los minutos, el equipo de Luis Enrique sostuvo el balón, pero perdió voracidad ofensiva.

El peligro del Barcelona provenía casi siempre de la banda izquierda, donde Digne y Arda adquirían protagonismo. Numerosas incursiones culés en el área rival, que para nada se traducían en ocasiones. Sólo Alcácer, por segunda vez, lograba meter algo de miedo. Esta complejidad de los azulgranas en zona de tres cuartos de campo permitió ganar confianza al Hércules, que se asomó a la portería de Cillessen con algunos contragolpes que tímidamente finalizó Gaspar.  

Se escucharon los “olés” en el Rico Pérez en el tramo final, cuando por primera vez los blanquiazules combinaban en la medular. Para los locales fue la mejor ocasión, en una incursión de Peña por la izquierda, que centró para que Rojas rematara a escasos centímetros de la portería del holandés. El envite alcanzó el ecuador tras una fría batalla sobre el césped, en la que el Barcelona no supo sacar provecho de esa notoria posesión que tuvo.

La cosa no fue a mejor para los de Luis Enrique tras el descanso. Casi comete penalti Borja López en una discutida acción que el colegiado vio finalmente como falta. Gaspar provocó la primera intervención de Cillessen y dio un buen aviso de lo que estaba por venir. Y es que minutos después, tras un buen balón desde la izquierda, Mainz anotó con el pecho en el segundo palo después de que Juanma no acertara a rematar. Saltaba la ‘sorpresa’, previsible visto el transcurso del duelo.

La cara del técnico gijonés era un poema en la banda, incrédulo ante lo que vislumbraba. Sin embargo, no ofrecía respuesta alguna. La solución se halló en Alañá, el joven de dieciocho años, que respondió al tanto rival con un disparo lejano que superó a Buigues y enmudeció al Rico Pérez. Fue un impulso para el Barcelona, que instantes después pudo firmar la remontada por medio de Aleix Vidal, pero los locales, encerrados, lo evitaron.

Era un auténtico monólogo de los azulgranas, que habían logrado desvanecer por completo el empuje del rival. No obstante, la falta de hambre de los pupilos de Luis Enrique propició que el Hércules volviera a tomar cierto oxígeno, pese a que el cansancio afloró en sus futbolistas, que acusaron calambres en los minutos finales. El Barcelona intentó resolver el envite en los últimos segundos, pero fue demasiado tarde y no pasó del empate en un decepcionante encuentro.

Alberto Puente

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