Otra vez ha ocurrido. Los intransigentes ya no se conforman con reventar la celebración de la Fiesta Nacional de España, sino que también han sumado a su calendario de crispación el Día de la Constitución. De otro modo no se entiende que, justo cuando conmemoramos la importancia que ha tenido para nuestro país la Carta Magna, un grupo de desaprensivos –probablemente los mismos que los del 12 de Octubre-, abucheen al Presidente del Gobierno. Ignoro los motivos que llevan a estos individuos a actuar de tal modo y me pregunto qué tienen en la cabeza estos sujetos capaces de organizar la agenda de su jornada festiva para llevar a cabo esos menesteres y despropósitos.
Imagino su día glorioso y la víspera: se levantan, desayunan, y se duchan, según las costumbres; proceden a acicalarse, se visten y, una vez armados con su sinrazón, se dirigen a la Carrera de San Jerónimo o la Plaza de Colón, según el caso, para soltar a Zapatero todos los improperios que se les han ido ocurriendo durante la noche o por el camino. Ya no es una cuestión aleatoria e improvisada. Estos mentecatos están perfectamente organizados como han venido demostrando estos años.
Sí. Me ratifico. Hay que ser mentecatos para realizar semejante estupidez en un día tan importante. Seguramente habrán vuelto a casa orgullosos y satisfechos porque su “acción” la han recogido los medios de comunicación. Es posible, incluso, que algunos lleguen a pensar que lo hacen por amor a España. Mentecatos.
Pues si así fuera, ese sentimiento deberían expresarlo a través del respeto a los Símbolos e Instituciones del país al que tanto dicen querer.
Pero no, no creo que sea eso. Lo que verdaderamente les mueve es un odio a atroz y visceral a José Luis Rodríguez Zapatero, que les impide reconocer el cargo que legítimamente representa.
Y aunque no creo que la hayan leído, aseguran ampararse en la libertad de expresión que nos otorga a todos el Artículo 20.1.a) de la Constitución: “Se reconocen y protegen los derechos: A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”.
Pues, que lo sepan esos mentecatos, este tipo de representaciones, como a las que desgraciadamente ya nos han acostumbrado, no es libertad de expresión, por mucho que lo justifique la Gran Señora de Madrid (Véase hemeroteca). Es, simplemente, irrespetuosidad, estulticia y mala educación a partes iguales.
Y como todo se contagia menos las buenas maneras, Rajoy también ha recibido su ración de abucheos, aunque en menor medida de decibelios que los de Zapatero pero igualmente reprobable.
Una vez más, los españoles debemos felicitarnos por habernos dotado de una Constitución en la que caben todos.
Hasta los mentecatos y berzotas. Y “quien se pique, ajos come”.
Como diría mi querido Francisco Giménez-Alemán, Amén.
Alfonso García