viernes, mayo 24, 2024
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Desbandada en Exteriores (I)

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El anticipo de las elecciones de marzo de 2012 al 20 de noviembre de 2011 y el probable cambio de color en la Moncloa han hecho que numerosos altos cargos del actual Gobierno socialista comiencen a plantearse su futuro. Después de casi ocho años, son muchos los que se han acostumbrado a vivir en un estatus muy por encima de lo que corresponde a sus conocimientos o responsabilidades y ahora que, según parece, faltan escasos dos meses para que se cierre el grifo, empiezan a ver los dientes al lobo y a poner en práctica eso de ‘pies, ¿para qué os quiero?’.
 
Lo saben bien en el Ministerio de Asuntos Exteriores donde, en los últimos meses, se ha producido un éxodo masivo de directores generales y altos cargos a los que Trinidad Jiménez está nombrando embajadores  en numerosos países. No obstante se han dado escasas, pero honrosas excepciones de unos pocos Directores Generales que han decidido continuar en sus puestos, dando a sus colegas escapistas una lección de profesionalidad y pundonor. La salida hacia destinos, -en teoría-, seguros ha sido constante en el último año y se ha masificado en los últimos cuatro meses. Nunca antes en la historia de la diplomacia de nuestro país se había producido tal ‘espantá’ a menos de 90 días de las elecciones.
Pacto de caballeros
Todo a pesar de que, en el Ministerio del que es titular Trinidad Jiménez, existe una regla no escrita, un pacto tácito según el cual, en las épocas de cambio de Gobierno la nueva administración ofrece una salida digna a los altos cargos del anterior Ejecutivo. Una tradición que, en general, han cumplido todos los gobiernos de la democracia. Sin embargo, jamás, hasta ahora, se había producido un desmantelamiento del Ministerio a esta escala cuando en el horizonte de menos de un trimestre se vislumbra un nuevo Gobierno.
Es cierto que ese acuerdo de caballeros también ha tenido sus excepciones, algunas muy sangrantes. Es el caso del trato, mezquino según fuentes diplomáticas, que dispensó el exministro Moratinos a Ramón de Miguel y a Ramón Gil Casares, ambos Secretarios de Estado con Aznar.
 
Un dato: De los 120 embajadores que tiene España en todo el mundo, 69 han sido cambiados desde el verano de 2010 hasta agosto de 2011. Para ser más exactos y, según los datos que se pueden ver en la web del Ministerio de Asuntos Exteriores,  de agosto de 2010 a diciembre de 2010, 31 Embajadas españolas cambiaron de titular. Mientras que, en lo que llevamos de 2011, ha habido relevos en 38. De éstos, 12 se han producido en los meses de junio, julio, agosto y septiembre. Los últimos, -hasta la fecha en que se escribe este reportaje-, el día 2 de septiembre en las Embajadas de Costa de Marfil y de Senegal.
 
Despilfarro y ridículo internacional
Todos estos cambios, colocan al Gobierno que salga de las urnas en una situación muy incómoda a nivel diplomático y le acarrean tres problemas de difícil solución:
 
El primero es que, si el nuevo Ejecutivo decide cesar a los flamantes embajadores, -que es lo que piden a gritos muchos diplomáticos de distintas ideologías-, se le acusará de revanchismo y de tener sed de venganza. Y, si decide mantenerlos en el cargo, tendrá que trabajar con diplomáticos que no son afines a la nueva dirección de la Moncloa. Lo cual derivaría en fricciones, ya que los embajadores, a la postre, son cargos políticos.
 
El segundo escollo que se presenta es de índole económica. En medio de la dificilísima situación que sufre el país, supondría un gasto millonario que se duplicaría con la vuelta de los cesados y se triplicaría con el transporte y la mudanza del nuevo embajador y su familia a su destino.
 
El tercer problema que presenta esta desbandada de altos cargos hacia las embajadas son la vacantes. La remodelación del segundo escalón del Ministerio de Asuntos Exteriores ha provocado que las direcciones generales se queden vacías y, por tanto, hay que suplir puestos para, muy probablemente, los poco más de dos meses que faltan para las elecciones.
La pregunta que circula en Exteriores es si Trinidad Jiménez pretende que el nuevo Gobierno que salga de las elecciones les aplique la tradición no escrita antes mencionada y les garantice también una salida digna.
 
Por tanto, en la actualidad tenemos a 69 nuevos embajadores que apenas llevan un año en sus nuevos destinos  (algunos, unos dos meses) y, por lo tanto, es ahora cuando están tomando contacto con sus nuevas responsabilidades. Hay que preguntarse si, con los comicios en 60 días, tienen tiempo suficiente para conocer los asuntos que les competen.
 
Con este panorama, no es de extrañar el malestar que hay entre los profesionales de la Carrera Diplomática. Como tampoco es baladí el deterioro de la imagen de España en nuestras embajadas de los cinco continentes.
 

Mañana en Estrella Digital: Desbandada en Exteriores (II). Los casos más flagrantes

Cristina Rodríguez

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