miércoles, mayo 15, 2024
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Los grandes bancos lusos se ponen de acuerdo para salvar el llamado «banco de los ricos» BPP

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La salvación eventual del BPN, está en manos de la Caixa Geral de Depósitos (CGD), que es la mayor institución financiera del país y que tiene aún el Estado como principal accionista: tras la nacionalización, la gestión el BPN paso a la CGD, que tendrá unos meses para decidir si el banco nacionalizado tiene todavía viabilidad financiera y reúne las condiciones para ser devuelto al sector privado, o al contrario, tendría que ser absorbido por el banco publico.

El coste para la CGD, será sin duda muy alto: en los ultimas semanas, la institución presidida por Faria de Oliveira ya tuvo que invertir más de 1.000 millones de euros en la salvación del BPN, y según los analistas es muy probable que la factura final del «saneamiento» del banco nacionalizado venga a ser mucho mas importante. Es en parte por ello, dicen los expertos, que los mercados han mirado muy de reojo la última emisión de deuda de la CGD.

Así, aunque cuente con una doble garantía del Estado Portugués – por su estatuto de institución financiera publica y porque el Estado garantiza la busca de hasta 20.000 millones de euros de liquidez por parte de los bancos lusos – los 1.250 millones de euros de deuda colocada estos días por la CGD en los mercados, pagarán un «spread» de 1,715 puntos, que es el mas alto cobrado a los bancos europeos y que colocará la tasa de interés final en los 4,74%.

Los mercados han tenido en cuenta el echo de que la deuda publica lusa tiene un «rating» de AA, con mayor riesgo, pues, que el habitual AAA, pero además hacen pagar a la CGD también el hecho que por indicaciones del poder político tenga que acudir al socorro de bancos con problemas, como es el caso del BPN, cuyo fundador Oliveira Costa, lleva ya un mes en prisión preventiva, bajo la sospecha de haber cometido numerosos delitos financieros

El «spread» aplicado a la CGD, que en los últimos 12 meses ya emitió deuda por un total de 2.190 millones de euros, servirá ahora de referencia para las emisiones preparadas por otros bancos lusos. Es el caso del grupo Espirito Santo (BES), que ya obtuvo la «luz verde» del Banco de Portugal (BdP) para una emisión de 1.500 millones de euros. El Banco Comercial Portugués (BCP), que es mayor banco privado del país, también prepara una operación similar.

Ante los graves problemas de liquidez de unos y otros, lo extraño pues es ver como la CGD, el BCP, el BES, el BPI, el Credito Agricola y el Santander Totta se han puesto de acuerdo para ayudar el llamado «banco de los ricos», el BPP, especializado en la gestión de grandes fortunas y que por razones políticas no podía contar con el apoyo institucional del BdP, relacionado con la concesión de un préstamo de 750 millones de euros garantizado por el Estado.

Pero al final, la situación del BPP es muy similar a la del BPN: aunque no haya utilizado el mecanismo de la nacionalización, Sócrates puso todo su peso en la balanza, para llevar los seis bancos referidos a prestar 450 millones de euros al BPP y cuya devolución estará garantizada por el Estado. Además, el principal accionista del BPP, João Rendeiro, con un 12% del capital, ha tenido que dejar la presidencia del banco, cuya gestión esta ahora «intervenida» por el BdP.

La explicación política es muy sencilla: aunque solo tenga unos 3.000 clientes, había que salvar el BPP, porque su falencia hubiera tenido un impacto muy negativo para la imagen internacional y para el «rating» del sistema financiero nacional. «Es preferible pecar por exceso que por falta», defiende el ministro de las Finanzas Teixeira dos Santos, recordando además que los activos del BPP representan para el Estado una garantía de plus de 670 millones de euros.

Pero después de la nacionalización del BPN, cuyos antiguos responsables tendrán que responder ante la justicia por numerosas operaciones irregulares, como las sociedades «off shore» y las «oficinas virtuales» criadas por orden del fundador y ex-presidente del banco Oliveira Costa, y ahora ante la solución fundamentalmente política dada a las urgencias de liquidez del BPP, muchos portugueses se interrogan con angustia sobre la situación real de sus bancos.

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