Creo que a Zapatero le suenan los oídos. Mucho más los fines de semana, en los que se celebran muchas cenas de matrimonios, parejas o como las quieran llamar.
Si la cena se pone trascendente, el tema más socorrido es hablar de política, y ya puestos en ella, la cosa deriva por lo más actual: la hipotética, difícil, pero parece que inevitable sucesión de Zapatero como candidato del PSOE. Los favoritos son, por unanimidad: José Blanco y, por supuesto, José Bono.
Ante tanta coincidencia, servidor, que se preocupa por el futuro, pero mucho más por el futuro inmediato, piensa que la velada puede decaer y por ello hay que animarla media hora como mínimo. Para ello me he inventado un candidato alternativo, bastante creíble, que tiene la virtud de animar la reunión y provocar todo tipo de escepticismos, adhesiones, discusiones y miradas cómplices de inteligencia, ya que algunos suponen que mi información puede ser mejor de lo que pensaban. Eso nunca falla: es muy capitalino. Sean las cenas en Washington, Paris o Madrid.
Incluso he perfeccionando la presentación de mi candidato, que realizo con cierta intriga, profesionalidad y solemnidad. Parezco su director de comunicación o Dircom, como se dice ahora. Comienzo por pronunciar su nombre, que tiene connotaciones de campeón: Alonso. Lo cual ya es un dato que sorprende e impresiona. Pero no es Fernando, es José Antonio Alonso, juez, ex ministro de Defensa y de Interior y actual portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados. No me digan que no es perfecto. Experiencia en los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, además sabe de economía y es amigo de la infancia de Zapatero, lo cual, pese a lo que se comenta, siempre es positivo para ambos. Si existe algún problema en el partido, el propio José Blanco lo arreglará. Seguro.
Ésas son las razones que voy exponiendo y la velada cobra cierta “vidilla”, mientras unos rechazan el pronóstico y otros se creen poseedores de una auténtica exclusiva.
El señor Alonso sólo tiene un problema para ser el auténtico “tapado” de la situación, y es que no hago más que destaparle por los restaurantes madrileños. Con ello no tengo mucha idea si le hago un favor o una faena, por lo cual desde aquí le digo “de nada” o “lo siento” respectivamente.
A base de mi candidato, sus pros y contras, llegan los postres con toda la liturgia de copas y facturas que funciona ya por inercia: la cena está salvada.
Hasta las próximas, en las que seguramente deberé inventarme otro candidato/a, pues mis amigos suelen leer estas líneas.
Paco Fochs