A muchos españoles y extranjeros les cuesta comprender lo que ha sucedido en España con el juez Garzón. ¿Cómo es posible que el juez que combatió a ETA y al narcotráfico haya sido suspendido? ¿Cómo es posible que el juez que ordenó la detención de Augusto Pinochet y revolucionó el derecho internacional se vaya a sentar en el banquillo? ¿Cómo es posible que el juez que coordinó la liberación del funcionario de prisiones Ortega Lara, secuestrado por ETA durante más de 500 días, ya no pueda ejercer más su actividad?
No se me ocurre mejor modo de explicarlo que con las carreras de Fórmula 1.
Imaginemos que Baltasar Garzón fuera un piloto de Fórmula 1 tan destacado como Fernando Alonso. Imaginemos que Garzón ha logrado triunfar con Ferrari en circuitos tan renombrados como Mónaco, Montmeló, Silverstone o Monza. Un héroe nacional al volante. Un brillante piloto. Un estupendo conductor. Todo el mundo le admira por su temeridad, su firmeza, su valentía y sus victorias.
Un día, en una carrera en Monza, al salir de un repostaje en los pits, Garzón sale con más velocidad de la permitida. Otro día, en Silverstone no hace caso al safety car (el coche de seguridad) y adelanta a sus competidores. Y otro día en Montmeló se salta una chicane y acorta metros. Todo eso está prohibido por el reglamento de la Fórmula 1, así que las escuderías Red Bull e Hispania presentan sus quejas ante los comisarios y Garzón es descalificado.
Y aquí viene el problema. Buena parte de los que le admiran no se acaban de creer que su gran piloto haya cometido esas maniobras irregulares y sospechan que se trata de una conspiración de Red Bull, o Hispania, que han manipulado o presionado a los comisarios de Fórmula 1 para que suspendan al gran piloto. Es más, muchos de estos partidarios de Garzón no saben bien qué hace un safety car (coche de seguridad que sale cuando hay peligro), qué es una chicane (curvas apretadas en S señaladas con marcas en el suelo) o a qué velocidad se debe salir del pit lane (zona de repostaje). Sólo saben que Garzón es su gran piloto.
Entonces, estos mismos admiradores salen a la calle a manifestarse en apoyo de Garzón y denuncian a las otras escuderías por conspiración.
Pero los comisarios de Fórmula 1 dicen que no es así, que han suspendido a Garzón porque se ha saltado el reglamento de las carreras, y ese reglamento, como cualquier ley o código, está escrito para respetarlo. Nadie, incluidos los pilotos de Fórmula 1, se lo puede saltar. Ni las escuderías. Nadie. A los comisarios no les importa si las escuderías son simpáticas o antipáticas. Sin son de derechas o de izquierdas. Sólo quieren que se aplique el reglamento de Fórmula 1.
Desconocedores del reglamento de Fórmula 1 y de las infracciones que ha cometido el piloto, fuera de España, periodistas y admiradores de Garzón también se suman a la tesis de la conspiración de esas malvadas escuderías enemigas de Garzón y gritan contra este acto de injusticia.
Pero no es así.
Y ahora vayamos al caso real. Las escuderías que presentaron una querella contra Garzón y cuyas querellas fueron aceptadas, fueron Manos Limpias y Libertad e Identidad. Y el Tribunal Supremo, como los comisarios de Fórmula 1, ha visto que había motivos para juzgar a Garzón. Al Tribunal le tiene sin cuidado la ideología o los intereses de esas escuderías, sino la ley. El Estado de Derecho.
Garzón ha sido un juez que ha logrado impulsar unas operaciones admiradas contra el narcotráfico y contra ETA, verdaderas lacras nacionales. Por ello empezó a ganarse el respeto de los españoles. También actuó contra el terrorismo de Estado del Gobierno de Felipe González, con lo cual fue odiado por el PSOE, y admirado por el PP (siguiendo nuestro ejemplo, amado por Red Bull, y odiado por Ferrari). Y ahora es al revés, pues emprendió actuaciones contra la corrupción en el Partido Popular, por lo cual fue admirado por el PSOE, y odiado por el PP (adorado por Ferrari y detestado por Red Bull).
También instruyó procedimientos contra terroristas islamistas, con lo cual volvió a impulsar la admiración nacional. Y se declaró competente para abrir una causa y juzgar crímenes del franquismo, con lo cual despertó admiración entre los antifranquistas.
¿Dónde se saltó el reglamento de esta Fórmula 1que es la Constitución española?
Por ejemplo, para investigar la trama de corrupción del PP, ordenó colocar micrófonos en las celdas donde los acusados se reunían con sus abogados. Eso es ilegal. En la causa contra los crímenes del franquismo se le olvidó que la ley de Amnistía de 1977 eliminó todas las culpas en todos los bandos hasta esa fecha (incluido crímenes de ETA y GRAPO). Eso es ilegal.
Fueron tantas torpezas, que abogados y jueces se preguntaron cómo era posible que una persona tan famosa violase de forma tan grosera los procedimientos judiciales, es decir, el código de circulación de la Justicia.
Por eso le suspendieron.
Carlos Salas