viernes, mayo 10, 2024
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El paso definitivo

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Hace un año, la banda terrorista ETA anunció -a través de esa parafernalia tercermundista de la lectura de un comunicado por tres encapuchados tocados por una boina- el cese de sus «acciones armadas ofensivas», anuncio que completó cuatro meses más tarde con otro en el que declaraba un «alto el fuego permanente, de carácter general y verificable internacionalmente». Doce meses después, ETA sigue sin dar el único paso que se espera de ella: el anuncio de su disolución y el abandono definitivo de la violencia.

En las últimas semanas, desde esferas gubernamentales se está queriendo vender a la opinión pública que las cosas en la lucha antiterrorista van muy bien; que ETA ya está derrotada y que las condiciones de vida en el País Vasco para los amenazados y perseguidos han mejorado considerablemente. El paradigma de todo esto fue la afirmación hecha la pasada semana en Bilbao por el candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno y ex ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que en un acto de precampaña con cargos públicos del PSE llegó a decir que en estos momentos pasear por la capital vizcaína era como hacerlo por Cádiz. Una auténtica frivolidad por parte de alguien, que en razón de sus responsabilidades políticas, tendría que ser más cauto y más respetuoso con todos aquellos que a día de hoy no gozan de una libertad plena para moverse o para expresarse en el País Vasco.

Es cierto que ETA como banda terrorista está muy tocada, gracias fundamentalmente a la eficacia y a la constancia en la lucha antiterrorista de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Pero tan cierto es eso, como que el brazo político de ETA, en la actualidad la coalición Bildu, goza, tras las elecciones municipales del pasado 22-M, de un poder que ni ellos mismos habían soñado. Un poder que les fue otorgado, no sólo por los votos cosechados, sino por la decisión del Gobierno de Zapatero de dejarles presentarse a las citadas elecciones, para lo que contó con un aliado fundamental: los seis miembros del Tribunal Constitucional que votaron a favor, contraviniendo la sentencia en sentido contrario que había dictado el Tribunal Supremo.

En definitiva, ETA puede estar y sentirse derrotada policialmente, pero políticamente no tiene motivos más que para sentir satisfacción, porque poco a poco va consiguiendo sus objetivos y además últimamente no necesita pegar ni un solo tiro para alcanzarlos. En las próximas elecciones generales, es más que probable que ETA consiga grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados y dentro de un año y medio disputará el poder al PNV en unas elecciones autonómicas donde a día de hoy la única duda que se puede albergar es si el próximo lehendakari será el peneuvista Iñigo Urkullu o el batasuno Arnaldo Otegui.

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Cayetano González

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