Dos de las claves de las elecciones municipales y autonómicas pasan por señalar al PSOE como un partido del pasado y al PP como el partido que ha superado el mito. Desde hoy, puede arrasar en cualquier parte. No hay feudo, capital o municipio que se le resista. Los ejemplos más claros son las ciudades de Sevilla, Barcelona y León – ciudad de Zapatero -; las cinco de las seis comunidades que han levantado a los socialistas, con el hito de la pérdida de Castilla-La Mancha tras 28 años de gobierno. Guillermo Fernández Vara es el único superviviente de estas autonómicas. Desde Extremadura hará trío con Patxi López y José Antonio Griñán, este último con los días contados. De hecho, según los resultados de las autonómicas, en Andalucía el socialismo ha muerto; el PP gana con el 40,78 % frente a un 30, 95 % del PSOE. En la Comunidad Valenciana, Camps, el imputado, arrasa. El PP rompe su techo en Murcia y suma cuatro. En Melilla, Cantabria y Baleares, más de lo mismo, mayoría absoluta popular. En Madrid, con menos votos pero más escaños, Aguirre revalida su tercera mayoría y Gallardón la quinta. El castigo ha sido tan duro que las cifras hacen historia. Diez puntos de distancia con el PP, 4.500 concejales y dos millones de votos menos sitúan a los populares, como en 1995, en la antesala de las generales. A la espera de llegar a la Moncloa, hoy nadie les llama oposición.
Por su parte, el PSOE encara un calendario imposible. Diez meses de Gobierno, como fecha tope, para abrir primarias, celebrar un congreso, elegir candidato y reelaborar un nuevo programa electoral que no sea reflejo del desgaste actual. ¿Cerrará todo en estos meses? Difícil. ¿Y qué razones tiene Zapatero para no adelantar las elecciones? Fundamentalmente dos. Como presidente, alude al intento de concluir las reformas contra la crisis para garantizar la estabilidad de España en un contexto europeo que amenaza con el rescate. Como Secretario General, necesita tiempo para resolver los plazos y diseñar la hoja de ruta del partido. Adelantar los comicios a octubre supondría entregar una posible mayoría aplastante al Partido Popular. Sin embargo, el PP presionará con fuerza para que las anticipen y en Ferraz, a puerta cerrada, alguno pedirá que Zapatero no siga un minuto más como Secretario General. Así que tiempo, lo que más le falta, es precisamente lo que no tiene.
¿Debería el PSOE celebrar primarias para salir de esta? Guillermo Fernández Vara, candidato legítimo para opinar de este 22-M, cree que no y opta por un Congreso Extraordinario para nombrar a Rubalcaba sustituto de consenso y evitar el enfrentamiento interno y tener a dos candidatos peleándose por todo el territorio. Saben que Rubalcaba es un modelo de transición, un puente para no extinguirse en el corto plazo y minimizar el golpe. Poco más. ¿La salvación sería asumir las protestas del reciente Movimiento 15-M? No parece que puedan. ¿Y los más de novecientos mil votos nulos y en blanco? El granero del PSOE, recién expulsado del mapa, podría estar ahí. Antes de estos comicios, muchos socialistas reconocían en privado que la derrota les permitiría abrir un debate ideológico interno para decidir qué políticas quieren defender bajo sus siglas. Barreda es lo primero que ha pedido, “una revisión ideológica profunda en el PSOE”. A pesar del carácter conservador de los socialistas para los virajes hacia programas de izquierdas, no tienen otra salida. Renovación, refundación, llámese como quiera. El post zapaterismo no se juega el Gobierno, se juega el subsistir.
Pilar Velasco