sábado, mayo 18, 2024
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Un Gobierno capaz de unir el país contra la crisis

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Esta nada inocente pregunta circula últimamente por Internet: ¿Sabes cuántos países con Gobierno socialista quedan en la Unión Europea? Y la respuesta es elocuente, porque tras las recientes elecciones en Hungría y el Reino Unido sólo quedan 3 países en esa circunstancia: Grecia, Portugal y España. ¡Qué coincidencia que se correspondan con los fosos negros de la economía europea! Verde y con asas… El descrédito en torno a las medidas anticrisis anunciadas –ambiguamente, como ya es constumbre– por el Gobierno es generalizado, y si aún no hemos llegado al pánico es evidente que se han dado voluntariosos pasos en esa temible dirección.

Este último jueves resultó bien significativo en los mercados. Incluso la rentabilidad del bono alemán a 10 años se situó en mínimos históricos (cerca del 2,7%). Lo cierto es que los malos datos pesaron incluso sobre el oro, que no logró superar el nivel de 1.200 dólares la onza. La macro está ahogando con su peso las buenas noticias micro. ¿Qué hacer en esta situación? ¿Hay señales de recuperación global? Es dudoso y en todo caso serían muy precarias. En semejante escenario es natural que se acentúen las inquietudes ante la conocida inclinación de Rodríguez Zapatero por subordinar todo –y desde luego la economía, que desconoce y le abruma– al objetivo de eso tan impreciso que es la popularidad y que parece ser el gran alimento de su ego.

Si contra toda lógica, y sobre todo contra los intereses nacionales, que exigen ya, sin más demora, un Gobierno capaz de conducir la economía y suavizar la crisis, lo que seguramente reclama otra y más capacitada mano al timón del Gobierno, Rodríguez Zapatero consiguiera aguantar hasta el 2012, más que nada por la sorprendente incapacidad de la oposición para aunar un gran acuerdo nacional en la necesaria y urgente moción de censura, perderá entonces sin duda las elecciones y en buena parte por el alejamiento de amplias bases electorales de la izquierda, manifiestamente defraudadas y que ya no ocultan su decepción e indignación.

Pero los españoles, que de ninguna manera nos merecemos este desastre de Gobierno, donde hay personajes tan inverosímiles como Celestino Corbacho o Moratinos, por poner sólo dos ejemplos límite, tampoco nos merecemos la sorprendente ausencia de alternativa de la oposición. Hay ocasiones en las que se tiene la sensación de que las soluciones liberales que España necesita se plantean incluso menos desde la actual dirección del PP que del PSOE. Al menos, en el PSOE hay ya un visible grupo de dirigentes de primer nivel que censuran la gestión económica del Gobierno y resucitan los viejos y sólidos planteamientos de un socialismo liberal, en la línea que tantas veces he recordado de uno de los más importantes socialistas de la República, que afirmaba tan lejos como entonces algo que debiera seguir vigente: “Somos socialistas, pero somos ante todo liberales. El socialismo será liberal o no será”.

Resulta desolador, en cambio, ver cómo abundan en el entorno de la dirección nacional del PP unos raros socialdemócratas vergonzantes. Al final del final, se escucha ya por muchos cenáculos madrileños del centroderecha político y del mundo empresarial la decepción que genera esta rara situación, y que probablemente no se corresponda con las íntimas convicciones, seguramente liberales, del muy preparado y culto Mariano Rajoy: el socialismo, como bien se ve y se sufre, puede no ser liberal y seguir recibiendo votos, pero el centroderecha político será liberal o nunca ganará en las urnas.

Así estamos en esta difícil primavera del 2010, atrapados en el fondo de una gravísima crisis económica, con un Gobierno sectario e incompetente y con una oposición que parece incapaz de articular la necesaria alternativa. El buen sentido de los ciudadanos ha señalado ya al inteligente y preparado democristiano y liberal catalán Duran i Lleida como el político mejor valorado, en el sondeo del muy oficial y controlado CIS. Ahora bien, aunque no tendría necesariamente que ser así, es lógico que el principal partido de la oposición y ahora ya primero en intención de voto incluso según el CIS, esto es, el PP, aspire a tomar la presidencia en la hipótesis de caída del ya inverosímil Gobierno de Rodríguez Zapatero. ¿Acaso no sería viable, y quizá condenada al éxito, una alternativa de amplia coalición que, bajo la presidencia del líder del PP, Mariano Rajoy, anunciase expresamente la primera vicepresidencia y cartera de economía para Duran i Lleida, e incorporase asimismo en puestos relevantes a dirigentes valiosos de otras fuerzas políticas, como el PNV, Coalición Canaria y alguna más, hasta sumar la mayoría parlamentaria necesaria para una moción de censura que, cuanto antes se produzca, mejor sería para la economía española?

Nunca se subrayará bastante, por cierto, el tremendo y escandaloso error del injustificable apoyo del PP vasco al socialista López, como si el PNV, esto es, la burguesía vasca, no fuera la primera víctima del terrorismo ETA y el aliado natural del PP en el País Vasco. De hecho, el propio Josu Jon Imaz, siendo presidente del PNV, confesó su criterio de que el País Vasco habría alcanzado la normalidad el día que fuera posible un Gobierno vasco de coalición de PNV y PP. Pero volviendo al ámbito del Estado, ahora mismo, lo de verdad importante es que España tenga un Gobierno serio, y esto con o sin elecciones generales anticipadas, como fuera más fácil, porque lo de verdad importante es afrontar cuanto antes y con rigor las dificultades gravísimas de la crisis económica. Necesitamos un Gobierno capaz de devolver confianza y ánimos al país entero, es decir, lo contrario de lo que ahora sufrimos.

Carlos E. Rodríguez

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