domingo, junio 16, 2024
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«Lo que te he encargado sin prisa, ya tiene prisa»: así cocinó Juan Carlos su abdicación

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6 de enero de 2014. El rey Don Juan Carlos acude como cada año a la Pascua Militar. El día de antes había cumplido 76 años. Se trataba de su primer acto público desde la operación quirúrgica de noviembre. La expectación era máxima. Pero el resultado no pudo ser peor. Un balbuceo incesante mientras pronunciaba su discurso ante las más altas autoridades civiles y militares puso a toda España en alerta sobre su estado de salud. Llegó incluso a inventarse varias líneas de su discurso. Y según fuentes cercanas a su entorno, fue a partir de ese momento cuando se dio cuenta de que había llegado el momento de decir adiós.

Fue una decisión «muy meditada», dicen quienes bien le conocen; pero no por ello menos sorprendente. «La abdicación era una cosa que estaba ahí; pero el rey la tenía descartada. Había gente que se lo recomendaba, sobre todo por su estado de salud. Pero él seguía insistiendo en que los reyes en España mueren en la cama», relata a estrelladigital.es, Pilar Cernuda, autora de 'Genio y figura' y una de las periodistas españolas que mejor conocen a Juan Carlos I. Pero el día de la Pascua Militar de 2014 algo cambió. Confundirse durante aquel discurso fue un fallo imperdonable para un hombre que sentía profundamente los principios militares.

No era la primera vez que sufría un percance público que ponía en duda su estado de salud. Varias caídas en actos públicos –a consecuencia de sus multitudinarias operaciones de cadera y rodilla a las que se había sometido- ya habían abierto este debate en el seno de la institución. Para él es muy importante su aspecto físico –por eso siempre se negó a exhibirse en silla de ruedas-, pero el fallo en el discurso de la Pascua marcó una diferencia fundamental. Don Juan Carlos era de los que pensaba que una abdicación sólo estaba justificada si la salud no respondía o si se perdían las facultades mentales. Y su salud ya llevaba años sin responder.

De hecho, ya a principios de 2013 –pocos meses después de su incidente en Botsuana y su famosa operación de cadera- ordenó al jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno, que fuera pensando en el «mecanismo de abdicación». Por entonces el rey no había tomado ninguna decisión, pero quería que su equipo de máxima confianza lo fuera teniendo en mente. Según relata el periodista Fernando Ónega y autor de 'Juan Carlos I. El hombre que pudo reinar' a este diario, no fueron pocas las veces que Spottorno preguntó a don Juan Carlos si «el tema de la abdicación» se mantenía. Y su respuesta siempre fue la misma. «Sí, por supuesto».

Claro que lo que hasta el momento era un pensamiento, se hizo realidad a principios de 2014. Aún no está claro qué pasó aquel 6 de enero: si fue un fallo de la iluminación –como justificó Zarzuela-, o un fallo humano. El caso es que aquel lapsus y sus posteriores especulaciones afectaron especialmente al monarca. Y le empujaron a abdicar. «Lo que te he encargado sin prisa, ya tiene prisa», le dijo Don Juan Carlos a Sppotorno, que rápidamente captó el mensaje.

Se trataba de un momento político-social convulso en España. La crisis económica había hecho mella, y no sólo en el bolsillo de los españoles, sino también en la afección que estos sentían por las instituciones. Las encuestas demostraban mes a mes el hartazgo de los ciudadanos por la Corona. Y el rey era muy consciente de ello. «Es un hombre que escucha. No está ciego, ni sordo», insiste Ónega. Sabía mejor que nadie que su acusada pérdida de popularidad respondía a dos motivos principalmente: sus errores durante la última etapa de mandato –con Botsuana como máximo exponente- y al deterioro de su imagen física. Así que llegó un momento en el que sus opciones se redujeron a dos: renovarse o morir. Don Juan Carlos finalmente optó por la regeneración. La seguridad con la que tomó la decisión más complicada de su vida, prácticamente hizo imposible que nadie pudiera convencerle de lo contrario. Así que una vez aceptada y asimilada la situación, el monarca puso en marcha la maquinaria del ‘Gran Secreto’.

El círculo de confianza de Don Juan Carlos

Durante muchos meses, fueron muy pocos los conocedores de este desenlace: su hijo, el por entonces Príncipe de Asturias y heredero al Trono, su esposa la reina Sofía, el jefe de su Casa, Rafael Spottorno, y el expresidente del Gobierno, Felipe González, con quien el rey mantiene una relación «muy especial y estrecha». Y no fue hasta tres meses después, en marzo concretamente, cuando el monarca decidió reunirse con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y con el por entonces líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, y hacerles conocedores de su decisión. Era el momento ya de tomar las medidas oportunas para que se hiciera oficial el anuncio de su abdicación después de las elecciones europeas.

Don Juan Carlos no quería que su decisión afectara a ningún proceso electoral. Por eso, la fecha elegida fue junio de 2014. Los comicios europeos ya habían pasado. Y para los municipales y autonómicos quedaban los meses suficientes como para que el relevo en la Corona no pudiera interferir. Y en torno a esta teoría se empezó a trabajar. En España no existía Ley de Abdicación, así que se tuvo que elaborar desde cero. El encargo recayó sobre Vicepresidencia del Gobierno. En concreto, sobre Soraya Sáenz de Santamaría y su ‘número dos’, Jaime Pérez Renovales, que fueron los encargados de llevar a cabo toda la gestión jurídica. Su labor no fue sencilla: hacer todas las consultas pertinentes sin levantar sospechas.

Entre marzo y junio las reuniones no cesaron en Zarzuela. Trabajaron activamente en este proceso Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, quien tuvo que posponer su decisión de abandonar la secretaría general del PSOE. Aunque no le importó. Su relación con el monarca siempre había sido fluida, y su sentido de Estado –ese que tanto ha alabado Rajoy cuando ha tenido que afear al actual líder socialista, Pedro Sánchez-, le empujaron a formar parte de un momento histórico.

Los frenéticos últimos días

Durante esas semanas se pidieron informes a muchas personas, y se aprovechó a informar también a los expresidentes, José Luis Rodríguez Zapatero y José María Aznar. De hecho, este último remitió un informe a Zarzuela elaborado por Ignacio Astarloa y Javier Zarzalejos. De esta manera, la abdicación del rey dejaba de ser un ‘Gran Secreto’, para convertirse en un secreto a voces. Demasiada gente ya era consciente de sus intenciones. Y pronto comenzaron las filtraciones. El día previsto para el anuncio oficial era el 9 de junio, pero varias llamadas a Zarzuela interesándose por la abdicación –una de ellas la de la María Teresa Fernández de la Vega, actual miembro del Consejo de Estado– inquietaron a Don Juan Carlos. El factor sorpresa era imprescindible para él, así que finalmente optó por jugar al despiste. El jueves 29 de mayo avisó a Rajoy y Rubalcaba de sus intenciones. Y el 2 de junio, a las 9.32 horas de la mañana, Moncloa ponía en marcha la maquinaria.

“Aviso urgente: el presidente del Gobierno efectuará una declaración institucional a las 10.30 horas en el Complejo de La Moncloa”. Éste era el contenido del SMS que el equipo de comunicación del líder del Ejecutivo hacía llegar a primera hora de aquel caluroso lunes a todos los periodistas que habitualmente cubren la información gubernamental. Un anuncio inesperado y sorprendente por la forma. Era la primera vez que Mariano Rajoy convocaba a los medios de comunicación de urgencia en La Moncloa. El Rey Don Juan Carlos I abdicaba en favor de su hijo Felipe VI; y Rajoy fue el encargado de hacer este anuncio.

El monarca no quería que nada de ello pareciera una decisión personal, sino institucional. Una decisión respaldada por el Gobierno. Y así fue.

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