Incluso Campa se postula, en círculos próximos al llamado «sanedrín» económico socialista, entre los que se cuentan influyentes expertos como Julio Rodríguez, Javier Vallés, director de la Oficina Económica del Gobierno e históricos como el ex ministro Carlos Solchaga, como candidato a ocupar el Ministerio de Economía en una futura crisis ministerial.
A Carlos Ocaña, por su parte, todavía no se le ha pasado el bochorno que supuso la reprimenda recibida por la Ministra cuando tuvo que salir desmintiendo la hipotética congelación salarial de los empleados públicos que el propio secretario de Estado había manifestado. Este mismo asunto, que ha generado problemas entre Rodríguez Zapatero y Cándido Méndez, que hasta ahora han mantenido unas relaciones fluidas e impecables, ha provocado el enfrentamiento de los equipos político y económico en el seno del Gobierno.
La vicepresidenta primera, Maria Teresa Fernández de la Vega, quien, según fuentes próximas a Moncloa, se aleja cada vez más de Zapatero, mantuvo una fuerte discusión con Salgado a propósito de las retribuciones de los empleados públicos. Hay que recordar que De la Vega, en su calidad de ministra de la Presidencia, tiene, entre sus competencias, las del área de la función pública, y llegó a un acuerdo con los sindicatos mayoritarios mediante el cual, a cambio de que se apretasen el cinturón los dos próximos años, recuperarían poder adquisitivo en el momento mismo en que el déficit público haya sido controlado y se retorne a los criterios de estabilidad establecidos por la Unión Monetaria.
Y es que hay quien opina en Ferraz que a Salgado «le viene grande la Vicepresidencia Económica». Esas mismas fuentes, próximas a la Vicesecretaría General que ocupa José Blanco, consideran que Salgado está bien para ocupar un «cargo de segundo orden». Y se recuerda su gestión positiva en la secretaria de Estado de Comunicaciones en el último gobierno de Felipe González, y siendo directora general de Costes de Personal y Pensiones Públicas cuando era titular de Economía Carlos Solchaga.
Pero el matiz viene después cuando esas mismas fuentes recuerdan, también, que, ya entonces, tuvo enfrentamientos. En Correos soportó varias huelgas, y en Costes de Personal se encargó, incluso con la frontal oposición de influyentes ministros socialistas de la época como Jerónimo Saavedra al cargo de Administraciones Públicas, de congelar los salarios de los empleados públicos, lo que acabó por generar una de las reivindicaciones que dieron origen a la huelga general del 14 de diciembre de 1988, la llamada «deuda social», que no era otra cosa que la pérdida de poder adquisitivo de los funcionarios como consecuencia de la actitud que mantenía Salgado, muy tenida en cuenta por Solchaga.