sábado, mayo 18, 2024
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Cuando ser madre puede matar

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En Burundi quedarse embarazada y dar a luz supone un verdadero riesgo. Según la OMS, la tasa de mortalidad materna es de 1.100 por cada 100.000 nacidos vivos y la tasa de mortalidad neonatal es de 41 por cada 1.000 nacidos vivos. Para tratar de reducir estas demoledoras estadísticas, Médicos Sin Fronteras gestiona desde el 2008 un centro para urgencias obstétricas en la ciudad de Kabezi, al sur de la capital del país, en el que proporciona atención médica especializada a las mujeres que tienen complicaciones durante el embarazo y el parto.

El centro se ocupa de diferentes complicaciones, entre las que están las obstrucciones en el parto, el desgarro de las cicatrices de anteriores cesáreas durante el nuevo parto, las hemorragias antes, durante y después de dar a luz y la preeclampsia y la eclampsia, dos problemas muy comunes en todo tipo de embarazos, pero que pueden llegar a causar en la paciente hipertensión arterial, edemas y proteinuria (exceso de proteína en la orina). La eclampsia puede conducir además a que aparezcan convulsiones, a que se produzca una insuficiencia cardiaca o incluso a la muerte de la madre y el bebé. Por ello, en casos de emergencia, una cesárea a tiempo o una intervención rápida pueden llegar a salvar la vida tanto de la madre como del niño.

El sistema de salud en Burundi todavía arrastra las consecuencias de la guerra civil en la que el país se vio sumido entre 1993 a 2006. Como no hay un sistema de referencia operativo para casos urgentes, y dado que la gente no puede pagar por los servicios médicos, sólo la mitad de las mujeres en Burundi cuentan con la asistencia de personal competente durante el parto. Además, la atención obstétrica urgente no siempre está disponible y la calidad de los servicios es muy pobre.

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