viernes, mayo 10, 2024
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Pamela Anderson convierte en vulgar a Vaquerizo

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Ahora va a resultar que Mario Vaquerizo no es tan diferente al resto de los españoles. Para empezar no tiene ni un pelo de tonto, como piensan unos cuantos resabiados, y encima tiene muy buen gusto, a diferencia de lo que pensaba el resto. Lo único que se le puede achacar es que entre sus dos grandes amores: Alaska y Pamela Anderson, eligiese a la primera.

Quizás sea por el idioma, ese que dice le impide disfrutar de muchos libros en inglés y que le tortura cuando sale al extranjero. Si hubiera nacido en Londres, que bien podría haberlo hecho con ese «look» del que se ha rodeado siempre, a estas alturas iría por el mundo de la mano de la «vigilante de la playa» más famosa del planeta y no de la «pegamoide» más lustrosa de España.

Hace 25 años no había un sólo español que no tuviera sueños eróticos con Pamela, que no la imaginara corriendo por la playa embutida en su bañador rojo, el mismo que dice que todavía guarda en su casa y en el que asegura sigue poniéndose sin problemas. ¿Y por qué iba a tenerlos? Por muchas operaciones de senos que se haya hecho la actriz canadiense a lo largo de los años esa prenda estaba diseñada para aguantar cualquier talla de pecho.

Nos ha visitado para participar en «Hay una cosa que te quiero decir» y a los dos hombres que ha conocido han sido el citado Vaquerizo, uno de esos que soñaba con ella, y a Jorge Javier Vázquez, al que ha calificado de un ser «muy dulce». Sin duda que se habrá ido feliz, con unos euros o dólares de más en su cartera, pero quizás con un mal concepto del lamado «macho hispánico». La chica debe haber pensado que madre mía qué ejemplares de hombres se gastan en las Españas.

Cuando menos ha podido compartir unas palabras con Alaska, otra ilustre defensora de los animales y con la que departió sobre las corridas de toros, las únicas que al parecer no soporta la canadiense. Eso le habrá provocado tanta satisfacción como el hecho de ver que mientras unas, como la mujer de Vaquerizo, envejecen de mal en peor, ella lo hace de una manera estupenda. Quizás sea por haber estado tantos años tostándose al sol de Santa Mónica o que después de convivir tanto tiempo con David Hasselhoff uno está inmunizado contra todo.

La mosca de ajuste

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