Tan escandaloso es que el Madrid Arena careciera de licencia de funcionamiento, como que, según el Ayuntamiento, no la necesitara por ser de propiedad municipal. Pero un tercer supuesto, recién revelado, alimenta el disparate que resultó letal para cuatro muchachas en la noche del pasado jueves: pese a «no necesitar» la licencia, se solicitó en 2010, siete años después de la inauguración del recinto, y le fue denegada por insuficiencias graves en materia de seguridad. O dicho de otro modo: según una ley dictada como tantas, en beneficio exclusivo de los intereses del que la decreta, el Ayuntamiento de Madrid no estaría obligado a cumplir los requisitos que obliga a cumplir a los demás, pero, en uso de la arbitrariedad y el oscurantismo con que suele actuar la Administración, un día le dio por cumplirlos, y, ante el rechazo del área de Urbanismo, hizo oídos de mercader y mantuvo ilegalmente en funcionamiento, pues con la solicitud de la licencia se sometió explícitamente a la normativa general, el malaventurado edificio de la Casa de Campo.
Ahora bien; tan pavorosa como esa ineptitud, como esa manera prepotente y alegal de conducirse, es la idea que el Ayuntamiento de Madrid parece tener de la propia licencia de funcionamiento para un negocio o un local: diríase que para él es una mera acción recaudatoria, que nada tiene que verificar, ni validar, ni comprobar para la expedición de esa licencia. De ahí que sus recintos no estén obligados a pedir ni a tener licencia, por el absurdo escasamente rentable de pagarse a uno mismo. Tan parece ser así esa idea brutal e irresponsable, que cuando a alguien del Consistorio o de la empresa municipal gestora del inmueble se le ocurre tramitar la autorización, no le importa que la solicitud sea denegada por descubrir que el Madrid Arena es un sitio donde, desde el punto de vista de la seguridad, apenas se puede celebrar con alguna garantía un partido de baloncesto con poco público, de suerte que continúa arrendándose para espectáculos y concentraciones de masas ese recinto al que ni siquiera pueden acceder los vehículos de los bomberos.
Hay políticos que una vez que pillan el voto (Ana Botella, ni eso para el cargo que ocupa), se desentienden de solicitar la licencia de funcionamiento que sólo concede la confianza y el reconocimiento de la ciudadanía.
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Rafael Torres