lunes, mayo 6, 2024
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Por encima de la ley

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A mí me produce escalofríos que Artur Mas, un dirigente político que se dice democrático, afirme que ni los tribunales ni la Constitución podrán frenar sus planes encaminados a la independencia de Cataluña. Y me produce escalofríos porque o bien Artur Mas es un frívolo o sencillamente es algo mucho peor porque no acatar las leyes es colocarse fuera de ellas y eso es cuanto menos gravísimo.

Si Artur Mas decide no cumplir con la Constitución, de la que precisamente emana su legitimidad democrática, muchos ciudadanos podrían plantearse que ellos tampoco tienen por qué cumplir con la ley. Imagínense que de repente decidieran no pagar impuestos, o no respetar las leyes que emanan del Parlamento catalán. Porque lo que es válido para Mas tendría que serlo igualmente para los demás.

En realidad, Artur Mas se ha instalado en el disparate, y no solo eso, ahora en sus intervenciones públicas intenta trascender el ámbito partidista para encarnar él solito a toda Cataluña. En definitiva, está dejando de ser el líder de un partido para ponerse al frente de un «movimiento» a la manera de los nacionalismos más rancios y más terribles que los europeos padecieron en el siglo XX sin ir más lejos todos los españoles, incluidos los catalanes con el «Movimiento» franquista.

Pero lo más sorprendente no es que Artur Mas y los suyos se comporten como aventureros de la política, sino que ese aventurismo pueda prender en los ciudadanos de Cataluña.

Este fin de semana se han publicado dos manifiestos firmados por intelectuales de todo el espectro político. Manifiestos que ponen en evidencia la gravedad de la deriva independentista de Cataluña y que hacen un llamamiento a la sensatez y sobre todo al diálogo para superar cualquier desencuentro. En ambos manifiestos se pone de relieve lo obvio, que Cataluña está entrañada en España y que España no puede entenderse sin Cataluña. Bueno, lo sorprendente es que esos dos manifiestos, firmados por intelectuales como Savater, Mario Vargas Llosa, Almudena Grandes, Elías Querejeta, Pedro Almodovar, Caballero Bonald, Félix de Azúa, Muñoz Molina, etc., hayan sidos calificados como un ataque a CiU, cuando lo único que pretenden es precisamente tender la mano.

Verán, yo creo que Artur Mas está tomando el pelo a sus conciudadanos, y sobre todo está actuando de una manera poco gallarda, porque lo que en realidad intenta ocultar es su fracaso como gobernante. Si el «gobierno del tripartito» fue un desastre, el de CiU no le anda por detrás. La gestión de Artur Mas al frente de la Generalitat es lisa y llanamente un desastre que está empobreciendo a los ciudadanos de esta comunidad. De manera que ha recurrido al viejo truco del «enemigo exterior», en este caso el resto de España, para camuflar su propio fracaso, y de paso echar un manto sobre los numerosos casos de corrupción que investigan los tribunales y que tienen como protagonistas a destacados dirigentes de CiU, por ejemplo Oriol Pujol.

No sé que más podrá decir o hacer el presidente de la Generalitat de aquí a que se celebren las elecciones, pero resulta desolador ver la irresponsabilidad de un político que intenta manipular y jugar con las emociones y los sentimientos más primarios de sus conciudadanos sin importarle las consecuencias que esto pueda originar, pero sobre todo resulta inquietante que no tenga ningún reparo en situarse por encima de la Ley. Lo dicho, o es un frívolo, o un insensato, un mesiánico, o todo eso y además algo mucho peor que no me atrevo ni a calificar.

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Julia Navarro

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