miércoles, mayo 8, 2024
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¿Dónde está Wally?

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En los 90 se puso de moda un cómic británico titulado ¿Dónde está Wally? Lo protagonizaba un jovencito gafotas vestido de forma estrafalaria: gorrillo de lana coronado por un pompón ridículo, jersey de rayas horizontales blancas y rojas, pantalones azules y zapatos camperos. Se acompañaba siempre de un bastón de senderista. Tan pintoresco personaje se camuflaba en escenarios cotidianos abarrotados de gentes normales y corrientes. Podía ser un mercadillo londinense una mañana de sábado o en la grada repleta de hooligans encantados con su partido de fútbol. El juego consistía en localizar a Wally. Parecía sencillo dada la pinta que me llevaba, pero muchas veces se convertía en un pasatiempo divertido que potenciaba la capacidad de concentración de la chavalería. Muchos adultos, con la excusa de ayudar a los más pequeños terminaban por buscar y encontrar finalmente a nuestro hombrecillo. Algo parecido nos sucede hoy en día a muchos periodistas: nos esforzamos en revisar las fotos oficiales o las imágenes mudas rodadas en la Moncloa para certificar la existencia de Mariano Rajoy.

Desde que se nos apareciera para pregonar la composición de su gobierno, sin olvidarse de ningún ministro o cambiarle la cartera a otro como ya le aconteció a más de uno de los presidentes de nuestra democracia, desde esa tarde navideña digo no hemos vuelto a escucharle. Desde entonces nos limitamos a repasar las instantáneas y señalarle con el dedo. “Ahí, ahí, está Rajoy”. En la escalinata de la Moncloa le hemos descubierto en la foto de familia con sus nuevos ministros, en la bancada gubernamental sentadito en su escaño de presidente, en la panorámica de la Pascua Militar y en los reportajes sin sonido que se ruedan en la Sala del Consejo de ministros. Si te fijas bien, ahí aparece Rajoy. Este juego, inventado seguramente por su cámara de asesores, tan eficaces y acertados siempre, comienza a resultar cansino y puede que termine por aburrirnos a todos. Desde que fuera investido hemos escuchado al Presidente poco más de un minuto en una comparecencia sin preguntas.

Son muchos los dirigentes del Partido Popular que prometen la pronta reaparición de Mariano Rajoy en la escena política. Son estratagemas bien intencionadas que agradecemos sinceramente pero que no se cumplen nunca. Nos anticipan que se someterá a las preguntas de los periodistas en un programa que emitirá en directo una gran cadena de TV a todo el país, o que se dejará interrogar por un diario nacional en páginas centrales. Nada de nada. Ha concluido ya el mes de diciembre y se acumulan las decisiones que afectan al bolsillo del ciudadano, a la estructura nacional, a la financiación del estado del bienestar, al metabolismo del sistema financiero y a la posición de España en la Zona Euro, y aquí sólo se escuchan las declaraciones de sus ministros. Explicaciones complementarias unas de otras o francamente contradictorias las segundas de las primeras, que están transformando en un guirigay los primeros pasos del nuevo Gobierno.

Y así andamos todos, buscando a Rajoy, como si fuera Wally, en el ágora repleta de la política nacional. Recuerdo al bueno de Pepe Isbert con aquella voz quebrada y aguardentosa, dirigiéndose a los habitantes de Villar del Río en Bienvenido Mister Marshall con un mensaje que ha pasado a la historia: “Como alcalde de este pueblo os debo una explicación, y como os debo una explicación os la voy a dar”. Eso esperamos todos.

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Fernando González

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