sábado, mayo 18, 2024
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España tira a la basura 8 millones de toneladas de alimentos cada año

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El desperdicio alimentario es un tema que preocupa a las autoridades y a los ciudadanos. En el caso de España, se están tomando medidas para reducir la cantidad de comida que se tira cada año a la basura, una cifra que se estima en unos ocho millones de toneladas. De ellas, casi la mitad son desechadas por los hogares.

De toda la comida producida, se desperdicia hasta un 40%. Lo que equivale a tirar hasta 240 kilos de alimentos por segundo.

Para paliar la situación, diferentes entidades y empresas están realizando estudios que ayuden a la prevención. 

Medidas de prevención del desperdicio alimentario

En supermercados como DIA se están ajustando las ofertas de carga como el 3×2 o el 2×1. El objetivo es no incentivar la compra compulsiva de alimentos, ya que muchos de ellos acaban en la basura.

También se está produciendo una adaptación del envasado a la nueva realidad social. En España, los hogares unipersonales representan casi el 30% del total, y las personas que viven solas tienen un volumen menor de consumo. 

Hasta no hace mucho tiempo, los envases estaban pensados en gran formato, pero para quienes viven solos esto no resulta útil y puede implicar que mucha comida acabe en la basura. A fin de evitarlo, el sector de la alimentación está poniendo ya en el mercado envases más pequeños, orientados al consumo individual.

Por su parte, algunos establecimientos están tomando medidas para reducir su desperdicio, ofreciendo al público la posibilidad de adquirir platos y productos ya elaborados que han sobrado, a un precio más económico del habitual.

Crece el desperdicio alimentario a nivel mundial

El índice de desperdicio alimentario de la Organización de Naciones Unidas (ONU) registró en 2023 una cifra superior a los 1.000 millones de toneladas tiradas a la basura. Mientras que 783 millones de personas están en situación de hambruna. 

Entre 2021 y 2023 la cifra de desperdicio alimentario ha aumentado un 13%. Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de la ONU para el Medioambiente (Pnuma), ha destacado que “los países siguen careciendo de sistemas adecuados para realizar un seguimiento del progreso hacia el cumplimieto del Objetivo de Desarrollo Sostenible 12.3 de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para 2030, particularmente en el comercio minorista y los servicios alimentarios”. Y también que, “si los países dan prioridad a esta cuestión, pueden revertir significativamente la pérdida y el desperdicio de alimentos y acelerar el progreso hacia los objetivos globales”.

Por el momento, solo Australia, Japón, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea aplican sistemas adecuados para analizar el progreso del desperdicio de alimentos. 

Desde Pnuma destacan que este es un problema global, porque no solo en los países ricos se tira la comida. Esta situación también se da en los países en los que la mayoría de la población tiene unos ingresos entre medios y bajos.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha puesto de relieve que el desperdicio alimentario causa también un grave impacto en el entorno. Porque se están generando miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero para producir alimentos que, finalmente, no van a ser consumidos. En este sentido, reducir el desperdicio alimentario también contribuiría a luchar contra el cambio climático.

Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario

En España se ha aprobado recientemente la Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, que busca paliar el problema del desperdicio alimentario, creando un sistema circular que sea sostenible y transparente. 

La normativa quiere fomentar las buenas prácticas desde los productores primarios hasta los consumidores finales. Para ello, todos los agentes de la cadena alimentaria deben contar con un plan de prevención de pérdidas y desperdicios.

Además, la norma establece una jerarquía de prioridades sobre el destino que debe darse a aquellos alimentos que antes se hubieran tirado. La prioridad máxima es el consumo humano, ya sea a través de la donación o de la redistribución de alimentos.

En el caso de alimentos que ya no sean aptos para el consumo humano, estos irán destinados a la fabricación de pienso para animales o se utilizarán como subproductos en otras industrias como la de obtención de compost o de biocombustibles.

Por otro lado, las empresas de hostelería tienen ahora la obligación de facilitar que los consumidores se puedan llevar sin ningún coste adicional los productos que no hayan consumido en el establecimiento. Para lo que tienen que contar con envases aptos para uso alimentario que sean reutilizables o fácilmente reciclables.

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