Si hubiera que definir a Mariano Rajoy en tres palabras las más adecuadas serían: ‘Un Hombre Tranquilo’. Como aquella película dirigida por John Ford, protagonizada por John Wayne. O también con el título de aquella obra de Oscar Wilde: ‘La importancia de llamarse Ernesto. The Importance of Being Ernest’. Pero eligiendo su traducción literal: ‘La importancia de ser serio’. Porque Mariano Rajoy es un hombre tranquilo y un hombre serio a la vez. El político ideal para estos tiempos de zozobra.
Cuando acabamos de terminar con casi ocho años de dislate e improvisación que la historia calificará como el septenio negro, el pueblo español, que es un pueblo bimilenario y sabio, ha elegido como líder a Mariano Rajoy. Y lo ha elegido, precisamente, por ser tranquilo y serio. Porque cuando la crisis económica y de valores morales arrasa en España, se necesita alguien así.
Porque en esta España en la que ETA presiona para que se equipare a las victimas con los verdugos después de una negociación política que la haya llevado a las instituciones; una España en la que Cataluña, más inconformista que nunca, pide un pacto económico de Estado, gracias al Estatuto de Autonomía que le regaló Zapatero; una España en la que Europa no nos tiene en cuenta y en la que la crisis económica nos ha llevado a tener cinco millones de parados y subiendo, después que el Gobierno no supiese como atajarla y en una España en la que nos hemos acostumbrado a que todo dé igual, no queda más remedio que confiar en alguien que, con moderación y responsabilidad, sea capaz de poner cada cosa en su sitio. Empezando por la economía.
Un hombre como Rajoy que sepa cómo lograr la estabilidad presupuestaria y cómo cumplir con los objetivos de déficit. Un Rajoy que no le tiemble el pulso cuando afronte las reformas que considere imprescindibles en el mercado laboral y en el sistema financiero. Un líder que adopte medidas ingratas para los españoles, pero que lo haga desde el convencimiento que las comprenderán. Porque habrá sabido explicarlas y porque se llevarán a cabo por encima de la mesa. Con luz y taquígrafos. Ya que, con Rajoy, ha llegado el tiempo de las luces.
Rajoy es, además, sinónimo de rigor y honestidad. Porque lleva mucho tiempo analizando la situación de la España actual desde su ángulo más severo y no tiene compromiso alguno con ningún grupo social o económico. Y eso le da una libertad inimaginable. Su único compromiso es con los españoles que le han dado una mayoría absoluta para que gobierne.
Rajoy lo tiene todo para sacarnos de este atolladero. De hecho, es la gran esperanza blanca, como dicen los americanos, para Europa y para España. Porque en tiempos de ansiedad, congoja, angustia, preocupación, y desasosiego se necesitan hombres de Estado. Y Rajoy lo es.
Editorial Estrella