Una de las ofertas navideñas dirigida especialmente al público infantil es la versión del cuento Caperucita y el Lobo que proponen la compañía La ratonera y la productora Lazona, del 17 de diciembre al 29 de enero, en el teatro Príncipe-Granvía de Madrid.
Se trata de una adaptación en la cual el cuento reaparece gracias a la capa roja que unos “rescatadores de historias” han encontrado en su tarea de buscar objetos de la literatura popular, perdidos por el mundo. Gema Martín y Roberto C. Berrio son los autores de los textos y las canciones, rítmicas y de estilos muy variados: marchas, valses, cha-cha-cha…, ambos apropiados para el espectáculo y el público menudo. Los actores Irene Montes (Valentina-Caperucita), Sergio Reques (Hugo-Lobo) y César Rosado (Bruno-Abuela-Padre-Domador) interpretan sus varios roles con entusiasmo y profesionalidad, conectando perfectamente con los espectadores. Roberto C. Berrio tiene a su cargo la dirección de esta obra.
Los niños “entran” en la función antes de poner un pie en la sala. Hemos podido escuchar a una cría exclamar muy admirada “¡qué decorados más bonitos!” al atisbar el escenario desde la escalera. Así, con estas palabras. Y hay que darle toda la razón. Ya dentro del teatro, los cantos de los pájaros del bosque acaban de situarlos hasta que empieza la obra… el desarrollo de la historia y la magnífica labor de los intérpretes los mueve a participar de la forma más espontánea, contestando, cantando, siguiendo la trama con el máximo interés, integrados en la representación. Sólo eso ya justifica que hablemos de éxito total.
Se trata, como decíamos, de una adaptación del cuento tradicional que ha llegado a nosotros desde las lejanas literaturas de la India, como nos enseñó allá por los años sesenta el Doctor Fradejas Lebrero en un curso sobre el Cuento Medieval: los símbolos de la jovencita vestida de rojo (la sangre), expuesta al ataque de un lobo (el hombre) en el bosque intrincado (mundo desconocido y hostil) crearon durante siglos un cuento moralizante, pasando por varios filtros de transmisión oral y escrita hasta llegar a Perrault en el siglo XVII, y a la versión más conocida, la de los Hermanos Grimm en el XIX: el cuento advierte del peligro que acecha a la niña que desoyendo los consejos de su madre, abandona la senda segura, confía inocente en un desconocido y le dice dónde va y a qué va. Jacob y Wilhelm Grimm dan un paso más en la leyenda suavizando los tintes dramáticos y sexuales que presentan las obras anteriores, y también incorporan la figura del cazador–leñador que apareció en una pieza teatral de Ludwig Tieck, ya en 1800.
Muy bien a la Compañía La Ratonera por traernos este cuento tradicional, en una versión nueva y divertida, con un mensaje de respeto y cariño a la figura del abuelo, símbolo de las épocas pasadas, que nos ha contado el cuento en nuestra infancia; aplaudimos también el tratamiento que se da aquí al Lobo… y nos alegra ver a los héroes clásicos haciendo disfrutar a los niños en su época más feliz, en Navidad. Tienen muchos competidores, según las modas: nuevos personajes, Bob Esponja, monstruitos, etc. pero hay sitio para todos, y los protagonistas “de siempre” son un tesoro cultural que como tal se deben mantener y transmitir.
María Teresa García Hernández