sábado, mayo 18, 2024
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Pegada de líder. Navidad blanca

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Sin el Barcelona enfrente, el Madrid volvió a reencontrarse  y a ser de nuevo ese equipo con pegada que desnuda a sus rivales. Los blancos vestidos de rojo arrollaron de nuevo al  Sevilla (2-6), con Casillas de guardián, Di María dando un master del pase y Cristiano definiendo, como grandes protagonistas en el Sánchez Pizjuán.

Tal vez el resultado sea demasiado castigo para un Sevilla que tras el primer gol de Cristiano encerró al Madrid en su área. Casillas desbarató dos grandes ocasiones de empate, después fue imposible. Como tantas otras veces, el Madrid no necesitó ser dominador absoluto para gobernar. Le bastó con su enorme pegada para que golpe a golpe tumbar al Sevilla que tuvo que terminar claudicando. A cada asalto andaluz, sobre todo por la banda de Navas y en jugadas a balón parado, respondió el equipo visitante con  sus letales contraataques. Y ya se sabe, en eso el Madrid es un maestro consumado.  Destrozó a los andaluces que vieron como por segunda vez consecutiva encajaban en su propia casa, otro 2-6.

Después del varapalo sufrido frente a su máximo rival, había expectación por ver como reaccionaría el Madrid, y lo hizo a lo grande despejando dudas y dejando bien claro que a pesar del Barcelona y todo lo que ello conlleva, hasta ahora en la liga está siendo el equipo más regular. Y que  no se rinde.  Comenzará el año nuevo como líder solitario y además se lo merece, porque hasta ahora está siendo el mejor equipo.

Lo dije y lo vuelvo  a repetir: no es necesario ganarle al Barça para ganar la Liga. La obsesión por el Barça es peligrosa y el Madrid tiene que pasar de ella; si lo consigue la Liga será suya, porque seguro que el Barça perderá más puntos que el Madrid. La liga es cuestión de sumar más puntos que los demás, no de ganarle al Barça.

El Madrid ha vuelto a su ritmo habitual, una vez que ha dejado atrás a su bestia negra, el Barcelona, que claramente le tiene comida la moral. Mourinho también ha vuelto a sus pulsaciones habituales tras quitarse de encima esa especie de “barcelonitis” que tanto le angustia y que  le nubla la vista y la perspectiva. Liberado de esa obsesión azulgrana  se invento una alineación que sorprendió al técnico  del Sevilla, Marcelino. Dejó en el banquillo al irregular Özil, y dio entrada a Callejón que se situó a la derecha desplazando al centro a Di María. Una decisión con mucho sentido y mucha lógica. Callejón porque siempre que sale cumple y Di María porque se ha convertido en el mejor pasador del equipo. Lleva ya una docena de pases de gol. El argentino estuvo de diez, al igual que Casillas y por supuesto, Cristiano que marcó otros tres goles, sumando ya 20 en la liga. Y de paso se quitó ese amargor que le acompañaba desde el partido contra el Barcelona, donde estuvo  desastroso. Se ha desquitado, pero Cristiano debe entender que nadie duda de que estamos ante un extraordinario jugador, las críticas vienen porque ante los grandes rivales y en las grandes ocasiones, sobre todo cuando juega contra el Barça, desaparece. Esa es su asignatura pendiente.

El partido del Real Madrid fue casi perfecto. Pepe (poca cabeza la de este chico) volvió a dejar en inferioridad a su equipo. Aunque no se notó. Hay noches en la que sale todo. Era tanta la ventaja que por entonces tenia el Madrid que nunca pasó apuros. Es más, siguió sumando hasta llegar a los seis goles.

La  realidad es que el Madrid salió de Sevilla con tres puntos más, siendo líder solitario, con la autoestima recuperada, goleando y consiguiendo un triunfo de prestigio. Ha sido la mejor respuesta para esos agoreros y charlatanes que presagiaban el hundimiento de los blancos tras tropezar en el Clásico y el fracaso del nuevo proyecto.

Los que eso dicen, es que no conocen la historia del Real Madrid un equipo que se rebela ante las circunstancias por muy adversas que sean.

El Madrid es líder y como tal pasará las Navidades y recibirá al nuevo año. Ha recompuesto su imagen de poderío.  El triunfo en Sevilla ha sido algo más que tres puntos, ha sido recuperar  de forma instantánea el crédito. Solo le falta sacudirse la ansiedad y esa obsesión que le atenaza cuando juega contra el Barcelona. Si lo hace, volverá a reinar. Por el momento, manda en la liga. Cómo dicen los castizos y dicen en el vestuario madridista: hasta el rabo todo es toro.

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Alfonso Celemín

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