Puede haber partido. Mariano Rajoy sigue teniendo todo a su favor para ganar las elecciones generales y ser presidente del Gobierno, ya que el PP aventaja al PSOE con unos diez puntos, pero este sábado se comprobó algo que era fácil intuir: Rubalcaba (casi) nunca defrauda. El flamante candidato del PSOE ha demostrado que no solo tiene el Estado en la cabeza, como se decía de Fraga Iribarne, sino que tiene el país en la cabeza. El suyo fue, de hecho, un discurso de país, de mucho calado político e inclinado a la izquierda. Sin crispación, ni ataques al PP.
El gran titular también está claro: Alfredo Pérez Rubalcaba pretende dedicar parte de los beneficios de los bancos y de las cajas al empleo, para crear puestos de trabajo en un país con cinco millones de parados. Es un objetivo más fácil de enunciar que de llevar a cabo, pero en el peor de los casos va a dar mucho que hablar, al tiempo que ya coloca al sector financiero en el punto de mira de la que parece ser ya una precampaña electoral.
Este hombre que pone en valor que nunca se arruga ante ningún problema hizo guiños a mujeres, jóvenes y familias, y por encima de todo ello rindió homenaje a la política, como la mejor herramienta para resolver los problemas en una democracia. No solo se centró en atar en corto a la banca y a las grandes fortunas, para las que propone recuperar el impuesto del patrimonio, sino que abanderó la reforma de la ley electoral -otro guiño al 15M-, asumió que la sanidad pública es intocable y dijo que se partirá el pecho por los emprendedores. El PSOE tiene un nuevo líder y parece que también tiene nuevas ideas. Por cierto, ni una palabra de ETA en un discurso de una hora y cuatro minutos.
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José Luis Gómez