Este eslogan coreado alternativamente con el “Que no, que no nos representan, que no”, en la Puerta del Sol de Madrid y otras ciudades de España, es altamente preocupante. De la realidad virtual de Internet, a través de las redes sociales, se ha pasado a la dura realidad, esa que no gusta a los políticos: ver protestas ciudadanas en las calles.
Estos episodios -que llegan con tres años de retraso- no es cosa sólo de jóvenes antisistema. De hecho, uno de los “cerebros” de la movilización ha cumplido 48 años y no se le conocen afinidades políticas, lo cual es bastante sintomático. Además, basta ver las imágenes de la concentración de Madrid para comprobar que el abanico de edades, procedencia, trabajo e ideas políticas es muy amplio. Ni en la concentración del domingo –a pesar de las cargas policiales- ni en la de esta noche se pretende “acabar” con la Democracia. Estaríamos hablando de otra cosa.
Lo que los ciudadanos que salen a la calle quieren decirle a los políticos es que así no podemos seguir.
¡Deben despertar!
Lo que se quiere es, precisamente, fortalecer el sistema que tantos años nos costó lograr a los españoles. Y lo que se les está diciendo a los partidos es que se dejen de gilipolleces, que les quedan muy pocas oportunidades para que los ciudadanos sigan creyendo en ellos. Se les está diciendo que se dediquen a buscar soluciones al grave problema que tenemos en España y que se dejen, de una vez por todas, de crispar la política y dinamitar la Democracia.
Un sociólogo consultado por Estrella Digital, asegura que la movilización es el primer paso hacia la revolución. Poniendo en cuarentena este análisis tan radical, no es menos cierto que siempre hay un principio para todo. Y el cántico “Le llaman Democracia y no lo es”, podría ser un embrión peligroso.
Lo peor es que a alguien se le ocurra que estos movimientos se paran con policías. Eso sería como echar abono al cultivo.
Editorial Estrella