Frenazo en mitad de la autovía. Una escena cada vez más frecuente por la limitación de velocidad a 110 km/h. El efecto de la medida de ahorro es, al menos, triple: reduce el consumo de combustible, la velocidad media y los accidentes graves en autovías y autopistas disminuyen, pero también aumentan los vehículos equipados con alertas y detectores antirradares. La tecnología de los navegadores, el aprovechamiento de los datos públicos facilitados por la Dirección General de Tráfico (DGT), la colaboración de los propios conductores (crowdsourcing en las autovías) y los GPS abren una nueva brecha digital, esta vez en la carretera: los conductores que corren con detectores para evitar las multas y quienes se conforman con viajar más despacio y ahorrar gasolina y riesgos.
La venta de navegadores con detectores de radar se ha disparado. Lo mismo las aplicaciones para móviles, como las nuevas herramientas lanzadas por el Real Automóvil Club de España (RACE) o Cepsa. Su mayor atractivo es funcionar como quitamiedos. A los conductores más responsables les sirven para no despistarse con esos pocos kilómetros de más en los que se puede incurrir en cualquier vía de alta velocidad. A los más temerarios, para acelerar y clavar el freno cuando el tomtom avisa.
Si algo faltaba para tecnificar a los conductores, la limitación de velocidad a 110 y el aumento de la presión de la vigilancia de las carreteras por radares lo han conseguido.
La respuesta de la tecnología y los conductores siembra la duda sobre los datos de Tráfico. Si viajó esta Semana Santa, habrá observado esos movimientos elásticos de coches que aceleran y frenan al mismo tiempo, con los conductores mirándose unos a otros cuando sus vehículos circulan en paralelo ante la alerta de radar, señalizada o por la detección del navegador.
La DGT asegura que la velocidad media ha bajado más de un 10% en las autopistas (de 114 a 102) y por encima del 6% en las autovías (de 107 a 100) en el primer mes de la limitación de velocidad a 110 km/h. Y las infracciones mucho más, casi la mitad. Datos que indican que los conductores son responsables, pero también que todo el mundo corre a equiparse contra las multas y la pérdida de puntos.
Reducir la velocidad permite ahorrar, aunque habrá que ver si el gasto por la aceleración entre radar y radar supera al ahorro de una conducción tranquila. Pero lo que la nueva limitación de velocidad y el aumento de los radares de vigilancia no solucionan son los accidentes y las víctimas en las carreteras convencionales, menos afectadas por la reducción de velocidad, donde se producen el 77% de los accidentes y de las muertes en carretera.
Habrá que esperar a los datos para saber si la combinación de mayor limitación de velocidad y uso de más tecnología mejora la seguridad en las carreteras. Por ahora, en marzo bajaron los accidentes con víctimas, pero han vuelto a aumentar en abril. La tecnología no libra de las distracciones ni de los excesos, una conducción más tranquila, sí.
Juan Varela