domingo, mayo 12, 2024
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Celebraciones futbolísticas

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Un club de fútbol madrileño: el Atlético de Madrid, ha jugado recientemente dos finales. Una la ganó. La siguiente, por supuesto, la perdió.

Digo por supuesto pues me pongo en la piel de algún jugador de dicho equipo que como premio a su primera hazaña le metieron en un autobús en el aeropuerto y le llevaron hasta el centro de la capital para celebrar allí el triunfo.

Hasta aquí todo bien, ya que se conoce el entusiasmo de los llamados hinchas y lo expresivos que somos los hispanos. Incluso es bueno que les reciba el alcalde que representa a la ciudad. El problema es que muchos jugadores no sabían que en Madrid conviven tres administraciones: Municipal, Autonómica y Estatal.

Por ello, tuvieron que subir y bajar del autobús en diversas ocasiones y saludar a una multitud de autoridades. En su mente debió surgir el fantasma sobre si también deberían viajar en el bus descapotado hasta Bruselas y Estrasburgo, ciudad esta que, como ustedes saben, es la sede del Parlamento Europeo.

Para su alivio, el tema estatal quedó al margen, pero se lo cambiaron por una bonita visita turística con ceremonia incluida a la catedral de la Almudena, cosa absolutamente osada, ya que un club de futbol es lo más parecido a lo que nuestro presidente de Gobierno soñó cuando se propuso crear lo de la Alianza de las Civilizaciones.

Cuando los jugadores ya estaban pensando en sucesivas visitas a templos evangelistas, budistas, sinagogas o mezquitas, la realidad es que les dejaron en mitad de una plaza en una ceremonia absolutamente pagana dedicada al dios Neptuno. Concretamente en una fuente.

Recordemos que estos chicos no habían dormido y a estas alturas mataban por una cena y una cama.

Pero como son jóvenes y animosos, el asunto funcionó como siempre. Ya que el frescor de la fuente les dio nuevos ánimos. Así que todo transcurría de forma emocionante, alegre y distendida, hasta que uno tomó el micrófono y dijo aquello de: ¡Camarero! ¡Camarero! A partir de ahí, qué les voy a contar a ustedes que no sepan.

Supongo, o más bien estoy seguro, que en ese momento decidieron perder la siguiente final. Lo comprendo perfectamente.

Ahora la selección española va a jugar un Mundial. Recomendaría a quién corresponda que se les asegurase a los jugadores una celebración perfectamente organizada. Sólo una.

No vayan a tener miedo escénico por culpa del camarero.

Paco Fochs

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