viernes, mayo 17, 2024
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GM, ante la bancarrota quirúrgica

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General Motors, el símbolo de la industria norteamericana durante muchas décadas, las centrales del siglo XX, se encamina a la bancarrota por sus propios errores, por su falta de visión del propio negocio y de la sociedad que le sustenta. El gigante del automóvil, perpetuo nº 1 del sector por volumen de unidades producidas, no es capaz de sostenerse por sus propios recursos y no encuentra inversores que confíen en la marca y en sus capacidades.

El Gobierno llegó al rescate del gigante con dinero fresco prestado por la anterior Administración, la de Bush, y la nueva, la de Obama. Pero con exigencias crecientes. Primero el relevo del primer ejecutivo, que no estaba a la altura de las circunstancias tal y como anunció públicamente el propio presidente estadounidense.

Pero el problema no es sólo del gestor de la compañía o de sus consejos directivo o de administración, hay más actores del drama. Lo son los sindicatos, los jubilados de la compañía, sus distribuidores… todos tienen que hacer en poco tiempo lo que no hicieron en varias décadas. Pero para poner los «elefantes a bailar» se requiere mucho entrenamiento y más preparación.

Hace pocos meses los directivos de GM decían que la bancarrota no formaba parte de las alternativas, aunque algún comentarista calificado decía que era parte de la solución. Tenía razón el comentarista, la bancarrota aparece en el horizonte inmediato como «operación quirúrgica», sacudida necesaria para retroceder posiciones y desde mucho más atrás, con menos cargas y compromisos, tratar de construir una nueva compañía más ágil, con menos marcas, menos costes y más posibilidades.

Toyota, que una generación atrás era la mitad que GM es ahora la compañía líder por ventas y por capacidad, el ejemplo a seguir. Precisamente cuando el mito japonés se ha desvanecido en el sector del automóvil consolidan un liderazgo ganado a pulso en los mercados exteriores. El desvanecimiento de GM es un buen ejemplo de darvinismo empresarial. Quizá también de destrucción creativa, dependerá de la cirugía que se aplique tras la bancarrota.

Fernando González Urbaneja

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