sábado, mayo 18, 2024
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Semana energética en Europa

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En noviembre de 2008, en el marco del Plan Europeo de Recuperación Económica, la Comisión Europea sugirió que los 5.000 millones de euros no gastados del presupuesto de la UE, se utilizasen en proyectos de «inversión inteligente», a fin de propiciar un «estímulo a corto plazo dirigido a objetivos a largo plazo», en palabras del propio Presidente de esta institución, José Manuel Durão Barroso.

Ante esa propuesta, el Consejo Europeo celebrado un mes después confirió un mandato a la Comisión para que presentase rápidamente una lista de proyectos específicos, teniendo en cuenta un equilibrio geográfico adecuado, y que pudieran implementarse ya en 2009 y 2010, a fin de maximizar a la mayor brevedad los efectos en la economía general.

El Ejecutivo comunitario cumplió esta semana con esa petición, que pretendía amortiguar el golpe de la crisis económica en el sector de la construcción y aumentar el potencial de crecimiento sostenible de la UE. Sin embargo, la reciente crisis gasística entre Rusia y Ucrania que golpeó severamente a once de los Estados miembros de la UE en uno de los inviernos más fríos que se recuerdan, ha motivado que de los citados 5.000 millones de euros, 3.500 se destinen al ámbito de la energía. Concretamente en proyectos de interconexiones de gas y electricidad (1.750 millones de euros); de energía eólica marina (500 millones de euros); y de captura y almacenamiento de carbono (1.250 millones de euros).

Además, para estimular la economía europea proporcionando autopistas de la información en las comunidades rurales, la Comisión, a través del Fondo de Desarrollo Rural, ha propuesto utilizar 1.000 millones de euros en la ampliación y mejora de la conexión a Internet de alta velocidad en las citadas zonas, puesto que en la actualidad el 30 por 100 de la población que reside en ellas no tiene acceso a la banda ancha.

En cuanto a los 500 euros restantes se destinarían a abordar los nuevos desafíos identificados en el famoso «chequeo médico de la Política Agrícola Común», esto es, el cambio climático, las energías renovables, la gestión del agua, la biodiversidad y la reestructuración de los productos lácteos.

Y mientras la Comisión Europea presentaba sus proyectos de inversión que deberán enfrentarse ahora al debate y aprobación por parte del Consejo y el Parlamento Europeo, trece países europeos participaban en la «Declaración de Budapest» que expresa su profundo compromiso con el gaseoducto Nabucco. Esta infraestructura -para la que la Comisión Europea ha previsto 250 millones de euros entre los proyectos que hemos citado-, pretende bombear 31.000 millones de metros cúbicos al año a partir de 2013, desde el Mar Caspio a Europa a través de Georgia y Turquía. Nabucco contará también con el apoyo del Banco Europeo de Inversiones que podría financiar hasta el 25 por 100 del total de su coste si se firma un acuerdo intergubernamental que dé garantías al proyecto.

Pero además de esa cumbre de Budapest, esta semana también ha tenido lugar la «Conferencia Europea del Gas» que reunió en Viena a miembros de la industria gasista, cuyo interés se centró en dotar a la UE de una estrategia energética fuerte y diversificada en cuanto a sus abastecimientos.

Ramón Tamames

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