sábado, mayo 18, 2024
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¿Es la Unión Europea una gran unión política o una laxa asociación de naciones?Y II. Un plan anticrisis comunitario… y veintisiete posibles variantes

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En la miniserie para ESTRELLA DIGITAL que iniciamos el pasado jueves 22 y que hoy termina ya tuvimos ocasión de abordar la sucesión de encuentros que se produjeron durante el 2008 entre los Estados miembros de la UE, y a escala más reducida en la Eurozona, en el intento de disponer al menos de una caja de herramientas, como útiles de política económica para contrarrestar los efectos de la crisis.

Además, y hoy nos referimos a ello, se exploró la posibilidad de un programa común, a partir de la reunión de Bruselas del 26 de noviembre del 2008, tras la Conferencia del G-20 celebrada en Washington el 15 del mismo mes.

En ese nuevo encuentro, el presidente de la Comisión Europea cifró el monto del Plan de Recuperación Económica de la UE-27 en unos 200.000 millones de euros, equivalentes al 1,5 por ciento del PIB de toda la Unión. Y de esta cuantía, 170.000 millones se estimó que deberían aportarse por los Estados miembros a través de recortes fiscales reactivadores del consumo, e inversiones públicas para fomentar el empleo. Los restantes 30.000 procederían de fondos estructurales comunitarios para actuaciones europeas de interés para dos o más países de la Unión.

Según explicó Durão Barroso, presidente de la Comisión, la mayor parte de las medidas previstas en el plan se pondrían en marcha a principios del 2009, y se aplicarían hasta el 2010. En todo caso, se trataría de ajustes coherentes con la Estrategia de Lisboa-2000, que la UE adoptó ese año para impulsar el crecimiento y el empleo, basándose, entre otras cosas, en las nuevas tecnologías y en la innovación.

En Bruselas se abogó también por aumentar los recursos a efectos de ampliación del periodo de paro como consecuencia eventual de una prolongación de la crisis, así como la inversión en infraestructuras. Igualmente se plantearon fórmulas para compensar la caída de la recaudación fiscal en los países más afectados.

Sin embargo, en el encuentro del 26 de noviembre no se llegó a un acuerdo definitivo, por la resistencia de Alemania a entrar en un proceso intervencionista. Pero los ánimos para ese rechazo fueron decayendo por el deterioro de la economía de la propia República Federal, y también por la presión de los socialdemócratas dentro del Gobierno de coalición de Angela Merkel.

Así las cosas, el 12 de diciembre del 2008 se alcanzó un acuerdo en el que por lo menos en cierto ámbito los keynesianos del Reino Unido y Francia aparcaron sus rencillas con los neoliberales germanos y de algunos países de la más reciente incorporación del Este. Un consenso al que solamente se llegó sobre todo porque en el fondo no acabó siendo un plan comunitario.

Está claro, a la vista de lo que hemos visto en el anterior artículo y en éste, que la UE no termina por encontrar su propia senda, ni es previsible en los próximos tiempos que pueda balizar el curso a seguir. En parte porque se ha alcanzado una dimensión tal de la UE-27, que resulta muy difícil definir el área secante de planteamientos de la casi treintena de Estados miembros para delimitar un repertorio de instrumentos válido a escala comunitaria y aún más para la Eurozona. En relación con ese desconcierto comunitario, pesa mucho, no solamente la aludida dimensión alcanzada, sino también la americanización del Este europeo, y la continuidad del Reino Unido, más en la órbita de Washington que de Bruselas. Aunque todo es o puede experimentar cambios importantes como consecuencia de la propia crisis.

Termino este segundo artículo de la miniserie, al volver del Campus de Móstoles de la Universidad Rey Juan Carlos, donde estuve en la colación del grado de Doctor Honoris Causa a favor de Rodrigo Rato. Quien entre otras muchas cosas interesantes recordó que la UE es muy criticada por su falta de decisiones y de organización. Pero -se preguntó- ¿qué otra área supranacional tiene las capacidades que ya ha conquistado la UE? Pues puede tener, al menos una parte de la razón, el Doctor Don Rodrigo.

Ramón Tamames

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