“Quiroga está agarrada a un madero en medio del océano”, así es como radiografía a estrelladigital.es un importante exdirigente vasco la situación en la que hoy vive la presidenta del PPE, Arantxa Quiroga, después de tener que dar marcha atrás en una ponencia para alcanzar un acuerdo sobre «principios básicos de convivencia» que incluyera a todos los grupos, incluido Bildu, a los que la ‘popular’ les exigía el «rechazo expreso de la violencia» en lugar de una «condena». Su futuro al frente de la formación pende de un hilo. Si no dimite antes, la intención de la cúpula nacional del PP es apartarla de la dirección regional tras las próximas elecciones generales.
Un terremoto “colosal” que ha reabierto las graves heridas territoriales del partido. En concreto, entre la presidenta del PP vasco y su gran azote desde el último congreso regional en el que Quiroga volvió a salir reelegida: el clan del PP alavés, liderado por el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, y sus dos poderosos secuaces: el exalcalde de Vitoria, Javier Maroto; y el que fuera secretario general del PPE hasta que Arantxa decidió apartarlo, Iñaki Oyarzábal.
De hecho, cuando todo parecía que se había arreglado, que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, había quedado conforme con la explicación que Quiroga le había dado respecto a la polémica; Alonso no se quedó de brazos cruzados. El líder de los conservadores alaveses sabía que ésta era la oportunidad perfecta para acabar de “enterrar” a su archienemiga. Unas demoledoras declaraciones en la Cadena Cope fueron suficientes para avivar la llama: «Nuestra posición es clara y no debemos renunciar a ella nunca: se debe exigir la condena expresa del terrorismo y su historia criminal. Bildu pretende diluir responsabilidades y blanquear su pasado y nosotros no podemos consentirlo».
Según fuentes conservadoras, ésta ya ha sido “la gota que colma el vaso” para que el PPE explote. “Presentó una moción que a quién más le gustó fue a Bildu”, denuncian fuentes del PP vasco, que además critican que lo hiciera “sin haber pasado por un Comité Ejecutivo Regional, ni tampoco contara con el conocimiento de la dirección nacional”. Quiroga se encuentra “sola” ante el peligro, advierten desde el PP vasco. Sólo le apoya una parte del PP de Vizcaya representada por su secretaria general, Nerea Llanos, y el líder de la formación, Antón Danborenea.
Quiroga intentó justificar su decisión. «La condena y la deslegitimación del terrorismo son conceptos que significan y dicen exactamente lo mismo. Y en el PP hace años que en todos nuestros textos hemos hablado de deslegitimación». Pero de poco sirvió. Veinticuatro horas después tuvo que retirar la moción y reconocer públicamente su error.
“Una torpeza”, advierten desde el PP vasco. “Siempre hay una línea que el PP no puede pasar: cualquier acuerdo que quieras llegar con cualquier partido político tiene que condenar el terrorismo. Bildu quiere que tú des pasos que no incomoden al entorno de ETA. El PP jamás puede entrar en la estrategia que quieren los terroristas”, insisten desde el PPE.
Quiroga está “enclaustrada” en su casa. Ni ha acudido al Parlamento vasco, ni apenas ha tenido contacto con su partido. Está reflexionando y dando vueltas a su situación. Sobre si dimitirá o no, aún nadie en el PPE se atreve a especular sobre su futuro, pero de lo que no hay duda es que está “completamente debilitada”. Si no dimite ahora, fuentes internas reconocen a estrelladigital.es, que es muy probable que la dirección nacional le dé “el golpe final” después de las elecciones generales. “Los tiempos ahora no son buenos para el PP”, explican fuentes conservadoras.
Fuentes consultadas por este diario creen que Quiroga fue respalda públicamente por Javier Maroto esta semana “porque estamos en vísperas del proceso electoral”. Pero que en realidad “no tiene el apoyo de su partido”. “Públicamente puede que lo digan, pero está completamente en guerra con Álava, que es la sección que manda en Génova. Uno es ministro y otro el ‘número cuatro’”, advierten en el PPE.