El salto base o ‘wingsuit’ va camino de convertirse en la moda deportiva más mortífera de la década. Los ‘hombres-pajaro’ no se cansan de saltar, a pesar de que este deporte se cobra decenas de muertos al año, especialmente en los meses de verano. En España, los accidentes de especialistas como Álvaro Bultó y de aficionados como Dario Barrio se hicieron tristemente famosos, pero la lista internacional es mucho más amplia e incluye a Mark Sutton, doble de James Bond en la ceremonia de Londres 2012, y a Ramón Rojas, el hombre que más ha volado en la historia de este deporte temerario.
Sin embargo, este mes de agosto es especialmente trágico para las personas que practican este deporte, ya que han muerto cinco saltadores. El último de ellos ha sido el italiano Armin Schmieder, que decidió retransmitir su experiencia en Streaming a través de Facebook Live. “Hoy voláis conmigo”, comentó mientras miraba al objetivo antes de saltar.
El joven de 28 años lo filmó todo con una GoPro. Enseñó el imponente paisaje antes de lanzarse al vacío y se dejó ver sonriente mientras que se ajustaba el traje. En cambio, se metió la cámara en el bolsillo en el momento del salto y en los últimos minutos de la grabación solo se aprecian los ruidos del impacto. También parece que había ganado merodeando cerca cuando cesó el movimiento.
Todas las leyendas caen
Armin Schmieder acudió a Alpschelehubel (Suiza) a saltar y solo las personas que vieron el vídeo por Internet pudieron activar la voz de alarma, al ver que el saltador no volvía a hablar con ellos. Pero el equipo de rescate que se desplazó a la zona solo pudo certificar su muerte.
Por otro lado, entre los fallecidos este mes, destacan dos leyendas de esta práctica como Alexander Polli, que murió al chocar contra un árbol en Chamonix (Francia) y Uli Emanuele, que falleció en las Dolomitas Austriacas, mientras que realizaba saltos extremos entre rocas y anillos de fuego.
Uli Emanuele logró en 2015 atravesar un hueco de dos metros entre una roca de los Alpes suizos. El deportista tardó 45 horas en subir hasta el punto desde donde tenía que saltar en esa ocasión y logró pasar por ese espacio hasta en cuatro ocasiones. Por aquello, se le conocía en el mundillo como ‘The Hole’ (el agujero).
El salto base se diferencia del paracaidismo típico en que nunca se salta desde un avión, sino que se utilizan edificios, puentes o montañas para comenzar la aventura. Solo utilizan un traje membranoso para planear como única protección, mientras que pueden alcanzar velocidades superiores a los 250 kilómetros por hora. Por eso, muchos de estos especialistas creen que esta práctica es más una tentativa al suicidio que un deporte.
Felipe Poza