La única posibilidad de supervivencia de Pedro Sánchez es que el 26 de junio alcance los tres dígitos. Es decir, que llegue a los 100 diputados. En caso contrario está kaput.
Lo cuenta una persona muy cercana a él, que dedica los máximos elogios al esfuerzo realizado estos meses por el secretario general socialista pero que comprende que no suena bien la música en el Psoe de Sánchez; no ha conseguido ser presidente de gobierno como esperaba, el partido estás manga por hombro con fuertes tensiones internas y son multitud los que le tienen ganas y, en el fondo, se alegran del fracaso de las negociaciones porque creen que sí se producirá el revulsivo interno que hoy necesita el Psoe. Con Sánchez no ha pitado sino todo lo contrario.
Para el renacer de Sánchez que esperan sus incondicionales no ayuda el latiguillo repetido hasta la saciedad estos días: Pablo Iglesias le ha engañado, es un traidor. Cuanto más lo diga, peor queda el secretario general socialista, porque el engañado no suele provocar simpatía, sino que se le ve como un ingenuo incapaz de adivinar quién es de fiar y de quién hay que escapar como de la peste. Tampoco ayuda a Sánchez que Carmen Chacón se haya desenganchado del barco renunciando a ser incluida en las nuevas listas: no ha explicado las razones, pero se adivinan. Sobre todo porque no ha querido explicarlas, que es lo mismo que reconocer que prefiere callar antes que hacer daño al partido. La lealtad a las siglas por encima de todo. Ha estado elegante Chacón, como también, en otro nivel, Irene Lozano. Con palabras de agradecimiento a Sánchez y a sus compañeros en el momento de la despedida.
Habemus elecciones, pero ni atisbo de habemus Papa. Todo está abierto, la única certeza es que hasta otoño seguiremos sin gobierno. Mejor dicho, seguiremos con gobierno en funciones, lo que no es bueno desde ningún punto de vista. Aunque peor era la alternativa de un gobierno tipo frente popular, que a punto hemos estado y eso sí que era como para abrirse las venas. Ojalá nadie caiga en la tentación, tras el 26-J, de barajar esa fórmula.
«Desde ya hay que concienciarse de la necesidad de votar, de participar»
A pesar de las tensiones tan evidentes entre PP y Psoe, con el no es no de Sánchez y las palabras tan ácidas escuchadas en los últimos meses, las relaciones personales en el segundo nivel han sido muy buenas. Rafa Hernando y Antonio Hernando, por ejemplo, se llevan muy bien, hablan lo que no hablan sus respectivos jefes, e incluso R le iba indicando a A si era momento propicio, o no, para que Rajoy llamara a Sánchez. Ninguno lo era, Sánchez no estaba por la labor. En Moncloa cuentan que a pesar de que el presidente –en funciones- sabía que Sánchez no estaba por la labor, le llamó en alguna ocasión los últimos días, pero sin éxito, no le cogía el teléfono. En estos meses solo hablaron cuando Rajoy le llamó para citarle después del 20-D, cuando se produjeron los atentados de Bruselas y cuando acudió a una cumbre sobre yihadismo en la UE. Punto.
Curiosamente Rajoy se lleva mejor con Iglesias que con Sánchez, quizá porque los dos son conscientes de que no hay absolutamente ninguna posibilidad de acercamiento político, de coincidencia en nada, y entonces pueden hablar de lo divino y lo humano sin temor a roces, porque la política queda al margen. Con un dato curioso: cuando la Mesa del Congreso hizo la distribución de escaños y asignaron a los diputados de Podemos las filas altas del hemiciclo, a las que Iglesias llamó “el gallinero”, Rajoy llamo a Hernando para que entre él y Celia Villalobos para que trataran de arreglar el asunto. Lo consiguieron.
En fin, que estamos otra vez con unas elecciones en puertas. Hay hartazgo, cansancio y decepción con la clase política. Pero toca aguantarse porque nos jugamos el futuro, y ese futuro no solo es de los políticos sino de todos. Desde ya hay que concienciarse de la necesidad de votar, de participar.
Pilar Cernuda