Llamada para pedir cita a Rajoy y reunión al día siguiente. Sorprendente para quien siga el día a día político y siga también los debates parlamentarios en los que Rajoy y Rosa Díez se dan hasta en el carnet de identidad. Sin embargo fue descolgar el teléfono la dirigente de UPyD y tener respuesta inmediata y positiva.
No es difícil adivinar que los políticos han iniciado el curso con las pilas puestas, decididos a remontar tras unas elecciones europeas de mediocre resultado para partidos habituados a pisar fuerte, y con ganas de plantar cara a dos peligros que quitan el sueño a los españoles bien nacidos: el proceso separatista catalán, y el avance de formaciones populistas que no dudan en apuntarse al engaño para captar voto de ingenuos que se entusiasman cuando escuchan a un dirigente exactamente lo que quieren oír … lo que esos dirigentes saben perfectamente, y presentan su mejor cara mientras ocultan qué hay exactamente detrás de sus siglas.
A pesar de que se ha puesto las pilas y tiene a Soraya Sánez de Santamaría trabajando para que el gobierno presente iniciativas y resultados que permitan afrontar las municipales y autonómicas con cierta tranquilidad, Rajoy deberá espabilar si pretende efectivamente ganar terreno.
Sánchez se enfrenta al reto de demostrar si tiene entidad como para convertirse en un solvente líder de la oposición
Si no lo gana en las elecciones de mayo, difícilmente ganará las generales. Y las de mayo no solo se ganan con una reforma electoral que está decidido a acometer, sino que necesita candidatos buenos, sólidos, solventes y que caigan bien a la gente. Sin embargo por la sede de la calle Génova se escuchan algunas noticias que apuntan a que se puede caer en la tentación de presentar a ciertas figuras absolutamente abrasadas por su ineficacia, porque sus cuentas no son muy claras, o porque son claramente turbias. De ahí que Rajoy deba espabilar y ponerse en serio a la tarea de buscar caras que gusten en lugar de dejarse llevar por componendas de amistad, familias políticas y ese tipo de filias y fobias que son el pan nuestro de cada día en los partidos políticos, y que tanto irritan a los sufridos ciudadanos. Que entonces caen en la tentación de escuchar a quienes presumen de que jamás tendrán ese tipo de comportamientos… en los que suelen caer en cuanto tocan poder. Estamos plagados de ejemplos. Vemos estos días la descomposición de un partido que surgió al hilo de las europeas y que se viene abajo al no lograr el resultado que esperaba, como vemos desgañitarse lanzando mensajes supuestamente éticos a una líder social que ahora se vuelca en hacerse con poder político. En fin. Los de cierta edad ya hemos visto esta película más de una vez, pero siempre hay ingenuos que creen la palabrería.
Este inicio de curso Pedro Sánchez se enfrenta al reto de demostrar si tiene entidad como para convertirse en un solvente líder de la oposición.
Ha decepcionado a alguna gente que esperaban más de él y en estas semanas de verano le han visto “verde”, demasiado ingenuo, en cuestiones relevantes, no le han dado ni cien días de gracia. Él parece ilusionado y con ganas de trabajar a fondo para poner al partido en disposición de mejorar sensiblemente los resultados electorales. Pretende todo eso sin perder el contacto con la calle.
Ojalá acierte, porque cuando acechan los populismos y los que se mueven al margen de la ley, es cuando más falta hace que los demócratas den lo mejor de sí mismos, al margen de sus discrepancias ideológicas.
Esa es la razón, sin duda, por la que Rajoy recibió en Moncloa a Rosa Díez a las pocas horas de que la dirigente de UPyD le pidiera cita.
Pilar Cernuda