Lleva la vida de esas actrices de ayer que recorrían las plazas de España en busca del aplauso que les alimentara, el ego más que el estómago. Aquellas, con su arte en los baúles y ella con su talento literario bajo sus largos brazos que terminan en manos de cristal capaces de desatar nudos de hierro, que decía el poeta. Las de entonces viajaban en vagones de tercera; ella, en alta velocidad. Que no sorprenda el paralelismo, al fin y al cabo, la protagonista de la última novela de Teresa Viejo es una actriz española que bebe el éxito en los años dorados del Hollywood mexicano.
La periodista se deja la piel en la promoción de Que el tiempo nos encuentre, no hay librería o charla literaria a la que diga que no. Siempre fue una curranta, no va a dejar de serlo ahora que su niña bonita está teniendo unas críticas de ensueño, aunque de eso ella sabe lo suyo. Por eso es misión (casi) imposible que saque un hueco de la agenda para relajarse ante un plato de sushi, un relaxing cup of café con leche o un simple gintónico. Para otros, no para este nada humilde noble de la noche.
He conseguido que el tiempo nos encuentre en una de las terrazas (con calefactores, que con este tiempo…) más de moda de la capital. El gancho fue fácil, tomarnos unas margaritas, como beberían Aurora y Pablo, los protagonistas de su historia de amor y desamor. No supo decir que no.
El tequila fue único testigo de susurrantes confidencias y sonoras carcajadas aunque tuviera que compartirla con la gente de las mesas de al lado. Que si “enhorabuena por tu novela”, que si “te sigo en twitter”, que si “estás muy guapa con melena”… ¡y venga a hacerse fotos con ellos!. Y todos encantados con la invitación a la presentación del libro el próximo 29 de enero a las siete y media de la tarde en la FNAC de Callao, en Madrid. Charlus interruptus en toda regla, vamos!!
El conde crápula