viernes, abril 19, 2024
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Rajoy, de Barcelona a Buenos Aires, pasando por Valladolid

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Antes era más fácil: a un primer ministro, como Adolfo Suárez, le achacaban haber pasado con demasiada facilidad 'de Soria a Siria', y ya se había formulado así la acusación de olvidar los problemas de casa para sobrevolar el siempre más agradecido escenario de la política exterior. En el caso de Mariano Rajoy no se podría simplificar la situación con un simple juego de palabras: lo suyo -lo nuestro- esta semana y las próximas pasa por Barcelona, Buenos Aires, Bilbao, Valladolid, Madrid… Vamos, que los problemas se le (nos) multiplican, adquieren múltiples polos, se globalizan. En resumen, que Rajoy, como máximo representante del poder en España, tiene ante sí múltiples frentes. Veremos cómo los sortea.

El empequeñecimiento se plasma en las tentaciones secesionistas en el País Vasco y en Cataluña

Y ¿qué tienen que ver la situación catalana con el desplome de los países emergentes o la división en el Partido Popular vasco, vamos a ver?, se preguntará usted, amable lector. Y tiene razón: en primera instancia, nada. Lo que ocurre es que todo empieza a insertarse en ese marco de inestabilidad económica que hace que la situación laboral española sea una de las más peculiares del mundo, destruyendo a la vez empleo y desempleo, como ha mostrado la última Encuesta de Población Activa. El resumen que me hace un amigo, gran economista, es que España se empequeñece, y la reducción 'tipo acordeón' del panorama laboral lo muestra, lo mismo que el abaratamiento general, que facilita el auge de las exportaciones o de las inversiones extranjeras en nuestro país, y facilita también, entre otras razones, el 'boom' turístico, plasmado muy gráficamente en esta edición de Fitur.

El empequeñecimiento se plasma, cómo no, en las tentaciones secesionistas en el País Vasco y, sobre todo, en Cataluña, donde, al fin, el partido que gobierna en España ha acudido al quite… hablando, sobre todo, de economía: «Una Cataluña separada nacería en quiebra», advirtió María Dolores de Cospedal. «Quieren meternos miedo y dicen que seremos pobres como ratas», se burló Mas, que contraprogramó la 'cumbre' del PP, 'Juntos sumamos', con su propio acto 'rebelde' en Convergencia i Unió.

Cuando la dialéctica es ésta, el desastre futuro está garantizado, por mucha 'comida de confraternización' que organice en Barcelona algún empresario catalán, reuniendo a los ministros más meritorios del Gobierno de Rajoy con el molt honorable president de la Generalitat.  Y eso que hay que aplaudir el esfuerzo de Rajoy por defender la integridad del Estado, acudiendo a Barcelona o, próximamente, a Bilbao, para intentar ahí una imagen de unidad del PP vasco, que se resquebraja con amenazas de escisiones desde la derecha. Otro desastre en potencia, que ni los en mi opinión magníficos dirigentes 'populares' vascos van a poder, a este paso, evitar.

Valores tan sólidos e importantes como algunos bancos, algunas constructoras o la propia Repsol han sufrido sacudidas que no benefician a nuestra imagen

Pues qué quiere que le diga, amigo lector: todo esto va en detrimento de la 'marca España' y de la grandeza de un país amenazado desde múltiples ángulos. Porque la semana concluye con una importante bajada de los valores del Ibex, muy comprometidos en una América Latina donde las convulsiones económicas son importantes. Sobre todo, en la caótica Argentina de Kirchner-Kicillof-Capitanich. O en el hasta ahora prepotente Brasil. O, ya que estamos, en China, donde nada es tan sólido como queríamos creer -ni tan honesto como jamás llegamos a creer–. Y, así, valores españoles tan sólidos e importantes como algunos bancos, algunas constructoras o la propia Repsol -sometida una vez más a las ambiciones de ciertos ex ministros, aliados con intereses estatales mexicanos–, han sufrido sacudidas que para nada benefician ni a nuestra imagen ni a nuestros bolsillos.

Estoy deseando que Mariano Rajoy, en el centro de todas las tormentas, aproveche las oportunidades que tendrá en la importante convención nacional del PP, el próximo fin de semana en Valladolid, y en el debate del estado de la Nación, a finales de este mes, para clarificar las cosas, reconducir el tren del Estado, inspirar confianza y seguridad jurídica entre los españoles y, en definitiva, remontar el vuelo. Partiendo, eso sí, de una base que reconozca que España está ahora situada en dimensiones más pequeñas de aquellas en las que la falta de realismo de un gobernante anterior nos quiso situar como envidia de gobernantes y potencias extranjeras. Ni era eso, ni es este inmovilismo del que mi innato optimismo me hace pensar que la fuente de todo poder está empezando a salir. O no*que diría él mismo.

Fernando Jáuregui

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