¿Acabará el Gobierno pidiendo el famoso rescate? Es la pregunta del millón, en este caso de muchos miles de millones de euros. Escuchando a unos y a otros se llega la conclusión de que sí, de que nos apuntaremos a lo que el ministro de Guindos llama línea preferente de crédito y otros, todavía más creativos en la liga de los eufemismos, «rescate virtual».
El ruido del agua que desplaza la extendida opinión de que Mariano Rajoy está mareando la perdiz intentado elegir el mejor momento para el peor trago, ya ha operado el pequeño milagro del enfriamiento de la prima de riesgo. Cuando escribía este apunte estaba por debajo de los cuatrocientos puntos; hace un mes y medio superaba los seiscientos.
Quienes operan en los mercados parece que dan por hecho que España va a disponer de esa macro línea de crédito y han empezado ya a rebajar la intensidad de sus ataques especulativos. Si tuviera que traducir a un pronóstico todo este cúmulo de cosas apuntaría que vamos a pedir el rescate y que será antes de fin de año.
Visto el panorama, parece como si Luis de Guindos, el ministro de Economía, aguardara a ver qué pasa mañana en Bruselas mientras que el presidente Rajoy espera a saber los resultados de las elecciones de domingo en Galicia. Allí, en su tierra, se juega algo más que la reelección de Núñez Feijóo.
Lo que está en juego es la estabilidad política del Gobierno en los próximos tres años de legislatura. Si tras las medidas de ajuste, la reforma laboral, los recortes de salario a los funcionarios y las subidas de impuestos el PP consigue revalidar la mayoría absoluta, querrá decir que pese al incumplimiento de buena parte de sus promesas electorales los ciudadanos están dispuestos a conceder al Gobierno un amplio margen de actuación.
La experiencia de lo acaecido en Andalucía, donde el PP se quedó a las puertas del Palacio de San Telmo, hace pensar que Rajoy no quiere ni pensar qué pasaría si en Santiago se repitiese otra noche triste como la de Javier Arenas en el balcón de Sevilla.
Por eso, pienso que el presidente tiene decidido pedir el rescate, pero está esperando para elegir el mejor momento ya que se trata de un mal trago.
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Fermín Bocos