Durante la semana pasada ha continuado el sainete europeo con la unión de la caída del imperio romano con la tragedia griega, en un ejercicio de suma y sigue ante la falta de anticipación a los acontecimientos de la Unión Europea y del denominado dúo «Merkozy».
No se sabe muy bien si es por pura especulación o por el interés de hacer reflexionar a los países en riesgo sobre lo que les aguarda si no toman las medidas que les prescriben desde Bruselas, que hemos oído volver a hablar de la Europa de dos velocidades. Una, la fuerte, la que tiene la máxima calificación de su deuda y que incluiría a Alemania, Austria, Países Bajos, Luxemburgo, Finlandia y Francia y la otra, la débil, formada por el resto de los países de Eurolandia.
Los países fuertes podrían profundizar en su integración coordinando sus políticas fiscales y emitiendo deuda común para todos ellos a tipos muy bajos. Por el contrario, los de la velocidad lenta seguirían un proceso largo de recuperación de su competitividad y de disciplina fiscal para minorar su deuda para que quizá, pasados unos diez años, pudieran converger con la Europa de primera.
Evidentemente, planteamientos como los indicados suponen lisa y llanamente el descarrilamiento del plan de Unión Económica y Monetaria. Ese descarrilamiento nos afectaría a todos, a los fuertes y a los débiles. A los primeros porque tendrían grandes problemas para la venta de sus productos ya que se produciría una gran revalorización de su moneda que dificultaría sus exportaciones hacia el resto y minoraría su PIB y a los débiles por el largo y accidentado camino de penurias para conseguir minorar el endeudamiento y ganar competitividad. Se habla de un coste total del 50% del PIB de la zona Euro.
Pero además de pensar en ponerle dos velocidades al bólido europeo, las mentes preclaras han pensado también en ponerle una marcha atrás a la tragedia griega.
El semanario Der Spiegel ha publicado una información en la que indica que expertos del ministerio de finanzas alemán trabajan con la hipótesis del abandono de Grecia del Euro. Piensan que primero habría grandes problemas en los mercados pero que en un plazo razonable podría incluso ser bueno para la moneda, siempre que tanto España como Italia puedan soportar esas turbulencias, para lo cual habría que encontrar la financiación que precisa el Fondo Europeo de Rescate, el famoso billón de Euros.
Parece que hay algo que falla porque si después de tanto dinero, esfuerzo, presión y componenda en la tragedia griega estamos como estamos es que algo se ha hecho francamente mal.
Tengo la impresión de que bastantes problemas tiene ya Europa como para andar con especulaciones de salón a la hora del café. Por favor, Merkel y Sarkozy, dejen de especular y junto a todos los demás mandatarios de la zona Euro pónganse a hacer algo que justifique sus nóminas.
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José Luis Martín Miralles