Laura Pérez es una joven licenciada en Derecho que el pasado 31 de mayo se acercó hasta el Palacio de Congresos y Exposiciones de Pamplona con la intención de darle una carta a los Príncipes de Asturias que asistían al acto de entrega de los Premios Príncipe de Viana. ¿Y qué quería decirles en su carta? Algo sencillo pero, ciertamente, espinoso. Les preguntaba sobre la posibilidad de celebrar un referéndum en España sobre Monarquía y República «por una cuestión de regeneración democrática, sencillamente», según dijo más tarde.
Como no consiguió su propósito de hacer llegar la misiva a Don Felipe, le esperó a la salida del acto y le transmitió en persona su consulta. El diálogo no tiene desperdicio y lo pueden ver ustedes en este mismo diario. En él, comprobarán el talante y la cordialidad del Príncipe y de Laura. Salvo en una cosa. Cuando la charla subió en intensidad a don Felipe le faltó talla para resolverla y le sobró la última frase, al decir “Desde luego has conseguido un minuto de gloria», para dar por finalizada la conversación.
No estuvo afortunado Don Felipe. No fue su mejor momento. Laura no le estaba faltando al respeto. Hacía una pregunta y la argumentaba aunque con razonamientos simples y algo primitivos. Que fue algo pesada, es posible. Pero lo que no puede pretender el Príncipe de Asturias es salirse por la tangente, ante la más mínima discrepancia sobre la institución monárquica. Y más, cuando habla con gente joven, que desconoce o, simplemente, no quiere aceptar lo que la Monarquía ha significado para la democracia en España. Entre otras cosas, ha servido para que Laura le pueda hacer hoy esa pregunta.
En cualquier caso y aparte de haber convertido a la joven en un icono de la rebeldía, Don Felipe debería hacerse mirar lo que significa ese gesto de Laura Pérez. Estoy convencido de que, a poquito que tenga buenos consejeros, sacará muchas conclusiones positivas para él y para España.
Pinocchio