viernes, abril 26, 2024
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Glenn Beck pierde

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El viernes pasado, la tasa de paro bajaba al 8,8% al generar empleo el sector privado por decimotercer mes consecutivo.

El miércoles, Fox News anunciaba que deja de emitir el programa de Glenn Beck en el cable.

No son sucesos independientes.

Cuando el programa de Beck hizo su debut en Fox News Channel en enero de 2009, el país estaba al borde de un colapso económico del tipo que no se veía desde la década de los 30. Las iracundas intervenciones de Beck sobre la inminente ruina del país agitaban la ola de miedo que ha inundado toda la nación, y el locutor profesional relativamente desconocido tenía de pronto una audiencia de 3 millones la noche, y decenas de miles que respondieron a su llamamiento a concentrarse en el Monumento a Lincoln.

Pero a medida que la recesión empezó a amainar, los pronósticos apocalípticos y las siniestras conspiraciones de Beck se volvían menos convincentes, y su audiencia empezó a disiparse. Beck respondió doblando una apuesta arriesgada que finalmente provoca su desaparición en la Fox.

Se adentró aún más en oscuras conspiraciones, instando a la audiencia a hacer acopio de comida en sus hogares y a comprar platos deshidratados como sustento para cuando la civilización se derrumbe. Promociona una teoría conspirativa según la cual la izquierda estadounidense está conchabada con un califato emergente en Oriente Próximo. Y lo más inquietante, empezó a difundir con regularidad temáticas antisemitas.

Este giro rastrero por parte de Beck alcanzó su extremo lógico hace dos semanas, cuando dedicó su programa entero a una conspiración de diversos banqueros, Rothschild incluidos, para crear la Reserva Federal. Para defender este argumento, Beck invitó al teórico de las conspiraciones G. Edward Griffin al programa, que argumenta que el tratado antisemita «Los Protocolos de los Sabios de Sión» describe «con precisión gran parte de lo que está sucediendo en nuestro mundo hoy».

El portal de Griffin prodiga un amplio abanico de teorías conspirativas antisemitas, incluyendo su opinión de que «los sionistas políticos de la actualidad promocionan el Nuevo Orden Mundial».

Un mes antes, en su programa radiofónico, Beck describía a los rabinos reformistas como «de naturaleza política en general», añadiendo: «Se parece mucho al islam, al islam radicalizado en cierto sentido».

Unos meses antes, había atacado al multimillonario judío George Soros, superviviente del Holocausto, llamándolo «maestro titiritero que mueve los hilos [de Obama]» y hacía descripciones de él como «especulador sin escrúpulos» que «chupa la sangre a la gente». Beck llamaba falsamente a Soros «colaborador» de los Nazis que «vio llevar a gente vio a las cámaras de gas».

Fox tiene mérito por poner fin de una vez a esto. Su circular conjunta con la productora de Beck afirmando que «van a trabajar desarrollando y produciendo un amplio abanico de productos televisivos» es casi seguro fachada; puede estar seguro de que la Fox no va a devolver a Beck a lo que su colega en Fox News Shepard Smith llama «la cámara del miedo».

Al desterrar a Beck, de quien publiqué un libro crítico el año pasado, Fox ha hecho una importante distinción: fomentar el periodismo partidista es una cosa, pero otra cosa totalmente distinta es participar del fanatismo y las descripciones conspirativas extremistas. Bill O’Reilly y Sean Hannity pueden tener sus excesos, pero su conservadurismo de referencia pertenece a una categoría totalmente diferente al de Beck.

Fox ha afirmado públicamente, aunque tarde, que los mensajes de Beck no tienen cabida en sus emisiones, y Beck volverá al ostracismo donde las ideas así han existido siempre. Dado que sus apocalípticos temas ya no van a ser emitidos por una cadena de referencia, ya no habrá tantas posibilidades de que empuje a personajes desequilibrados a cometer actos de violencia.

Hay, felizmente, indicios de que las influencias que eliminaron a Beck están haciendo lo propio con otros de los que viven del miedo. El sondeo Washington Post-ABC News de marzo concluye que la popularidad de Sarah Palin entre los Republicanos y los independientes de tendencia Republicana ha bajado al 58% con respecto al 70% de octubre y al 88% de 2008. Su valoración negativa entre los Republicanos es mayor que la de los demás candidatos presidenciales Republicanos.

Otro indicativo de la indignación que va cediendo, una encuesta de la CNN dada a conocer la semana pasada, concluye que el porcentaje de la opinión pública que tiene mala opinión del movimiento fiscal ha crecido al 47%, con respecto al 26% de enero de 2010. El 32% tiene una opinión positiva.

A tenor de la pérdida de su posición en los medios de masas, Beck replica la historia del Padre Charles Coughlin, el sacerdote de las ondas en la Gran Depresión. Las dificultades económicas le dieron una audiencia aún mayor que la de Beck, pero sus llamamientos a «expulsar a los comerciantes del templo» se volvieron más virulentos y sus patrocinadores le abandonaron. Paulatinamente desapareció de la relevancia a medida que sus indignadas intervenciones perdían vigencia entre los estadounidenses y su antisemitismo se volvía más acusado.

Constituye una muestra de la salud y la resistencia del país que, tras 27 meses en la Fox, Beck tenga un destino parecido.

Dana Milbank

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