lunes, mayo 6, 2024
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El congresista de las reyertas callejeras

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A los Demócratas les iría mejor si hubiera más de ellos actuando igual que el congresista Weiner.

Con motivo del aniversario del trámite de la reforma sanitaria esta semana, a muchos legisladores Demócratas se les ha tragado la tierra, dejando sin respuesta las acusaciones Republicanas que apuntan que la legislación es socialista, inconstitucional, que está arruinando al país, destruyendo el sistema sanitario y en general provocando el apocalipsis. Pero no Anthony Weiner.

El congresista de Nueva York, buscavidas callejero, celebraba seis actos el miércoles para defender la reforma. Su mensaje era, previsiblemente, un atajo de ágiles réplicas a las acusaciones Republicanas. Pero también hizo un llamamiento a las armas a sus colegas Demócratas, que se han mostrado pasivos rozando lo cobarde mientras los Republicanos sacan adelante la derogación de la reforma.

«Si los Demócratas piensan que las cosas se van a calmar por las buenas, se equivocan», decía el locuaz Weiner. «Yo no represento al ala escondida del Partido Demócrata. Estoy seguro de que tenemos que entrar en este combate».

Nancy Pelosi, decía, ha estado «falta de ingenio». El presidente Obama, decía, no ha brindado «cobertura aérea» a los Demócratas en el Congreso. La Casa Blanca «no ha hecho una labor muy buena» plantando cara a los críticos. La administración tiene que exponer sus argumentos «con más fuerza». Y sus colegas son blandos, decía Weiner: «Tenemos que dejar de ocultarnos».

Weiner, desde luego, no se oculta. El Demócrata de izquierdas que aspira a ser alcalde de Nueva York hace honor a su apellido con sus diatribas partidistas en el pleno de la Cámara, sus campañas contra el juez conservador Clarence Thomas y el presentador conservador Glenn Beck, y su oposición al acuerdo fiscal de Obama, el año pasado.

En general, ni a los Demócratas ni a los Republicanos les faltan exaltados. Pero en este caso, la variante de política de Weiner tiene cierto mérito. Mientras los Republicanos presionan a diario para minar la nueva reforma, los Demócratas juegan según el reglamento de boxeo del Marqués de Queensberry, respondiendo a las alegaciones a menudo insidiosas vertidas por la oposición con intensas súplicas de no «volver a litigar» el pasado. Al evitar el combate, lo están perdiendo.

Muchos legisladores Demócratas y funcionarios de la administración Obama observaban el aniversario del miércoles con actos públicos que destacaban el valor de la reforma sanitaria. Pero «no basta con decir: ‘He aquí esta reforma genial'», responde Weiner. «No hemos sido particularmente diestros durante el último año a la hora de refutar parte de los ejes básicos de la oposición Republicana a la ley».

El congresista ponía unos cuantos ejemplos, empleando la clase de retórica utilizada para defender un argumento en el recreo. ¿Gran socialización? «No». ¿Transformación radical de la economía? «No lo fue». ¿Socialismo? «Todo lo contrario». ¿Intervenir ilegalmente el programa Medicare de los ancianos? «Estupideces». Carga impositiva a la pequeña empresa. «Ninguna». ¿Obligatoriedad de contratar un seguro? «No es para tanto». Ni siquiera la concesión izquierdista de permisos de licencia por parte de la administración indica defectos en la reforma, sino flexibilidad; de hecho, dice él, hasta puede solicitar uno para Nueva York.

Por el camino, Weiner ponía a caldo al Tribunal Supremo, que da por descontado declarará inconstitucional la ley, al ser «el ala del Partido Republicano dominada por las empresas». Menospreciaba a la Oficina Presupuestaria del Congreso por ser «empollones», y acusaba a los candidatos presidenciales Republicanos de «mentir flagrantemente».

Pero Weiner tenía preparadas más maldiciones para sus propios colegas. «Hay mucha gente que sólo quiere que el debate se esfume, gente castigada en los anuncios electorales y los gritos en las asambleas», decía. Pero «la mayoría de los estadounidenses, con independencia de la formación, valora la idea de defender las cosas en las que se cree».

Eso es fácil de decir para Weiner, que representa un distrito electoral seguro. Y los líderes Demócratas habían inducido a muchos de sus colegas a creer que el valor de la legislación se haría evidente en el momento de implantarse. Pero eso no sucedió. Un sondeo de la Fundación Kaiser concluye que, por un margen del 46% frente al 42%, los estadounidenses tienen una opinión desfavorable de la legislación, que no ha mejorado con respecto al año pasado. «Cuando te encuentras en esa clase de situación de empate técnico», decía Weiner, «la mayoría de los funcionarios electos dicen… ‘que otro lleve el debate'».

Ese otro ha sido hasta el momento el belicoso neoyorquino partidario originalmente del sistema sanitario de fondo único. Sólo el miércoles exponía sus argumentos a favor en Twitter, Facebook, el Daily Kos y Reddit (donde intercambió bromas de salchichas con su apellido), así como en una videoconferencia con la prensa y un discurso al izquierdista Centro para el Progreso Estadounidense.

En el Centro, la antigua asesora de campaña de Hillary Clinton Neera Tanden presentaba a Weiner confesando que «en este aniversario, hay quien está un poco cansado de ataques».

La valoración de Weiner: Hay que sobrellevarlo con estilo. «Hay algunos que se echan a temblar en cuanto surge el tema de la reforma sanitaria», decía. «La cosa no va a mejorar sola. Vamos a tener que celebrar este debate tanto si nos gusta como si no».

Dana Milbank

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