viernes, mayo 17, 2024
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El plagio de Manos Limpias

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Un interesante documento: la versión
anotada de la acusación de Manos Limpias que fue rechazada por el juez
Luciano Varela (.doc)
. El escrito tiene dos modificaciones sobre el
original. En letra de color rojo, están destacados todos los párrafos

que el abogado de Manos Limpias copió, literalmente, del auto de Varela
del 3 de febrero
. También está señalada, entre paréntesis en color azul,
la página del auto copiada de donde sale cada párrafo. Y así se puede
ver, con claridad meridiana, hasta dónde llegó el plagio: casi la mitad
del documento está en rojo. El corta pega es de tal calibre que hasta se
repiten las erratas, como ese «desparecidos» que utiliza Varela en
varias ocasiones en lugar de «desaparecidos».

No está claro qué llevó al abogado de Manos Limpias a tal dislate. No se
sabe si fue para hacerle la pelota al juez instructor o si,
simplemente, tenía el día perezoso. Pero para Varela supone un doble

problema. Por un lado, demuestra hasta qué punto fue de imparcial su
auto anterior –tan imparcial que hasta se puede reciclar como escrito de
la acusación–. Por el otro, le obliga a enmendarle la redacción a los
acusadores, en una
decisión bastante discutible
donde además de juez hace de parte y
asesora a Manos Limpias sobre cómo acusar más y mejor.

En la providencia que Varela dictó tras leer (imagino que pasmado) esa
acusación tan familiar, el juez ordena a Manos Limpias que borre varias
páginas, que tanto plagio sobra. Y también que sustituya varias páginas
por «la mera acusación de que el acusado actuaba ‘a sabiendas'». Se

refiere a este párrafo (página 76 del escrito de acusación) que, para no variar, también está calcado del auto de Varela (página 46 y 47). Las negritas
son mías:

  • “Los datos que se han expuesto permiten formular con
    probabilidad suficiente
    para excluir el sobreseimiento de la causa:
  •  a)     Que el querellado era consciente de que carecía de
    competencia para instruir una causa sobre los hechos de que daban
    noticia las denuncias, en la medida que los denunciantes lo pretendían.
  • (…) b)     Que el querellado era consciente de que no existían
    hechos con relevancia penal subsistente que justificaran la incoación de
    un procedimiento penal. (…)”

El matiz que corrige el juez es importante, porque una cosa es la certeza (que
el «acusado actuaba a sabiendas) y otra la «probabilidad suficiente»
que pide Varela. El matiz es crucial, porque sólo se puede abrir juicio
oral si existe una acusación que imputa inequívocamente un delito, no la

probabilidad de éste. El matiz es evidente y también, probablemente
(y sólo probablemente, que no quiero que ningún juez me corrija),
implica que la correción que hace Varela no sólo afecta a la forma, sino
también al fondo: que el instructor del Supremo se extralimita, que es
este juez quien tal vez prevarica. Aunque es probable también que el
Tribunal Supremo vea el matiz de otra manera.

Llegados a este
punto, la defensa de Garzón tiene un problema. Si al final el Tribunal
Supremo tiene que decidir entre dos únicas opciones: que fue Garzón
quien prevaricó o, en su defecto, que quien lo hizo fue Varela, el juez
campeador tiene todas las de perder. Probablemente el Supremo, llegado a

ese extremo, respalde antes a Varela, que para algo juega en casa.
Aunque aún es pronto para saber adónde nos conduce este camino, un
viaje que ya nos está dejando una jurisprudencia sinuosa y retorcida,
como una carretera de montaña. Al menos también nos lega un divertido
anecdotario. ¡Quién podría imaginar que llegaría el día en que una
acusación presentase ante el Supremo un escrito plagiado, y que fuese el
mismo juez al que le han copiado quien diese su bendición! Por
desgracia, me temo que aún nos quedan muchos milagros por ver. 

Ignacio Escolar

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