sábado, mayo 18, 2024
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Política, virtudes cardinales y el ciudadano Cortés

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¿Recuerda lo que contestaba usted cuando apenas sabía atarse los cordones de los zapatos? Haga memoria durante un instante… ¿Político? Mis amigos de infancia respondían: bombero, enfermera, maestro, profesor, misionero, policía, ¿policío? -he intentado no caer en la «guerra de géneros» para no alargar la lista-, pero no recuerdo haber escuchado jamás a un niño contestar que, de mayor, quisiera ser político. Presidente del Gobierno, sí, pero político, nunca.

Los niños de otros tiempos (los de ahora prefieren ser famosos) pensaban en buenos y malos, héroes y villanos, y, de acuerdo con esta dicotómica ilusión, soñaban con su futuro de fantasía. Lo temible de la ingenua niñez -pasada, presente y futura- es que, alrededor de ella, deambulan ogros que suelen acercarse a hurtadillas, sacamantecas que, en ocasiones, destrozan no sólo los anhelos de los más jóvenes sino también sus vidas.

Es cosa sabida que algunos políticos destierran los fines nobles de los servicios públicos y se quedan sólo con los medios; los escriben con letras luminiscentes y los subrayan con tanto ardor que los escribientes alcanzan el trance de las malas artes. Desde este estado cuasi hipnótico, los dactilógrafos del poder desarrollan el olfato a base de olisquear la oportunidad mediática con el único propósito de recabar papeletas, impresas con sus siglas, en las urnas. ¿Debe, el ciudadano Cortés, cruzarse de brazos?

D. Juan José Cortés, ex militante socialista, nombrado Asesor de Justicia del PP, o dicho de otra forma y según consta en la página web de la citada formación política, «asesor para la reforma del Código Penal», es objeto de todo tipo de críticas por haber aceptado el irremunerado cargo. Son muchos los «niños entraditos en años» que han manifestado su furor ante tal designación -aluden a su falta de formación, a su alianza con el PP, a su anterior relación con el PSOE…- y hay quien, desde mi perspectiva, ha traspasado la frontera de la razón tildando de «padre espectáculo» al Sr. Cortés. Retrocedemos a la dicotomía de infancia, sólo que en esta ocasión, agregando tiempo y añadas a la poción, nos convertimos, ya como adultos, en la secta de los maniqueos: hombres heroicos, hombres villanos; partidos políticos buenos, partidos políticos malos. ¡Qué pereza! También es actividad de un ciudadano intervenir en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo, ergo las pretensiones del Sr. Cortés son lícitas y respetables si bien no serán respaldadas por todos, faltaría más.

Mientras algunos políticos -quienes otrora ansiaran, tal vez, extinguir incendios y ayudar a personas indefensas- demuestran carecer de alguna o de todas las virtudes cardinales, el Sr. Cortés, en sus intervenciones públicas, se ha manifestado con prudencia, fortaleza y templanza. Le deseo, ciudadano Cortés, suerte favorable, pero sobre todo, la virtud cardinal que me resta nombrar: justicia.

Mariam Budia

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