Veíamos en esta misma columna el pasado jueves, 14 de mayo, cuáles son las situaciones económicas generales y de integración de los países iberoamericanos en tiempos de crisis. Y en nuestro recorrido Norte/Sur nos quedamos a punto de entrar en Sudamérica, para visitar con sus dos organismos integratorios básicos: la CAN y el Mercosur.
La CAN, Comunidad Andina de Naciones, presenta actualmente un panorama con más sombras que luces. Por los radicalismos de nuevo cuño de tendencia populista, que desde el 2001 se hicieron manifiestos en el caso de Venezuela con Hugo Chávez como presidente, quien, por lo demás, en el 2006 se decidió a abandonar la CAN.
Por otra parte, en Bolivia todo son incertidumbres manifiestas, por una serie de políticas nacionalizadoras que están creando dificultades internacionales muy considerables; aparte de los vericuetos de la política indigenista a ultranza de un Evo Morales que se está equivocando de época. Todo lo cual hace no descartable la exacerbación de los movimientos secesionistas de la parte amazónica del país, mucho más rica que el Altiplano.
También dentro de la CAN, Colombia ofrece posibilidades mucho más promisorias, aunque sea con la asignatura aún pendiente de la violencia y el narcotráfico, en la que se han hecho no pocos avances durante los dos mandatos del Presidente Uribe; quien últimamente está siendo criticado por encaminarse a una cierta autocracia, por su deseo manifiesto de seguir en la presidencia.
En el caso de Perú se da la gran oportunidad de reconciliar la diversidad de sus dos naciones, reduciendo la pobreza, y creando nuevos cauces de actividad sobre todo para la exportación. En lo que es un segundo mandato presidencial de Alan García, en el que se está aprovechando para no incurrir en los mismos errores de su anterior comandatura del país.
En cualquier caso, está claro que los en los países de la CAN se vela más por sus intereses nacionales más inmediatos, a impulsos de sus burguesías oligárquicas, dejando al proyecto integratorio, valga la redundancia, al pie de los caballos.
Siguiendo en nuestro itinerario sudamericano, cabría decir del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, con Venezuela desde el 2006) que a pesar de sus treinta años de vida continúa como un proyecto de integración difícil de cuajar. En gran medida, porque, lo mismo que veíamos para la CAN, las burguesías semimonopolistas de sus Estados miembros se resisten a ver desprotegidos los que durante tantos años fueron sus mercados cautivos; generadores de altos beneficios, aunque fuera con elevados costes de producción, y dificultades exportadoras al mercado mundial de los nuevos rubros manufactureros. Sin que, por lo demás, la citada incorporación de Venezuela esté facilitando las cosas, porque donde entra Don Hugo siempre se arma una buena algarabía.
Ítem más, dentro del propio núcleo inicial del Mercosur se oyen los cantos de sirena de EEUU, con sus ofertas de acuerdos de libre comercio. Idea especialmente tentadora en el caso de Uruguay, que no acaba de ver las ventajas de la integración con sus vecinos; vislumbrando, en cambio, un comercio más ágil a través de un posible tratado con EEUU.
Debemos redondear el tema del Mercosur, subrayando que siempre se opuso a la idea norteamericana de la Asociación de Libre Comercio de las Américas (ALCA); sin que por ello haya salido adelante, como alternativa, el un tanto quimérico propósito de la Asociación de Libre Comercio Sudamericana (ALCSA); que patrocinan, con posturas muy distintas y sin grandes entusiasmos, Cristina Fernández de Kichner desde Argentina, Luiz Inácio Lula da Silva desde Brasil, y el inevitable Chávez desde sus bolivarianos promontorios.
El caso de Chile merece párrafo aparte, como la experiencia económica más positiva de toda Iberoamérica, ya que desde el 2002 tiene sendos Acuerdos de Asociación con la UE y EEUU.
Y terminado nuestro recorrido Norte/Sur por las Américas en tiempos de crisis, la semana que viene, lectores de ESTRELLA DIGITAL, tendremos un tercero y último artículo sobre el provenir de esos países y gentes del otro lado del charco, que a los españoles nos resultan tan próximos.
Ramón Tamames