sábado, mayo 18, 2024
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La calurosa sequía de la que nadie habla

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El pasado mes de abril apenas llovió. Fue muy seco respecto a años anteriores, según datos recogidos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). La precipitación estimada es inferior a la mitad de la media de 1981-2010. De entre los lugares donde más arrecia la sequía destaca el carácter extremadamente seco este año de la cuenca del Duero, donde la precipitación fue de tan solo el 19% de la media. Lo mismo sucede en las cuencas Norte y Noroeste y Tajo. No se escapan para la AEMET el carácter seco de este abril para las cuencas del Guadiana y del Guadalquivir.

“Las causas de esta sequía no solo se deben a la falta de lluvias», afirma Santiago Martín Barajas, uno de los portavoces de Ecologistas en Acción. «El principal problema son las altas temperaturas”, asegura. Dadas estas altas temperaturas, el agua se evapora antes, las plantas consumen más agua. “Con el mismo nivel de lluvias el agua disponible es menor”, declara este veterano ecologista.

Comparando los datos de la AEMET del pasado mes, abril tuvo en conjunto un carácter muy cálido, con una temperatura media sobre España de 14,9º C, valor que queda 1,9º C por encima de la media de este mes en el periodo de referencia que va desde 1981 a 2010. Aunque no parezca mucha la diferencia, en cuestiones climáticas casi dos grados es un mundo. De hecho ha sido el cuarto abril más cálido desde 1965 y el tercero más cálido en lo que va de siglo XXI, por detrás de los meses de abril de 2011 y 2014.

Entre las consecuencias de esta sequía obviamente está la menor disponibilidad de los recursos hídricos, y los expertos añaden el aumento en el consumo de agua, que produce un “autentico colapso hídrico en una buena parte del territorio”, explica Martín Barajas.

Las presas de todo el país se encuentran al 59% de su capacidad. Esta sequía ha traído consecuencias negativas a nivel económico, ya que ha repercutido en la producción de la agricultura y la ganadería. Las comunidades más afectadas son Castilla la Mancha y Castilla y León, con unas cifras muy inferiores a las de la pasada campaña en sus niveles de producción. La situación es tan grave que la Asociación Nacional de Comercio de Cereales y Oleaginosas (Accoe) prevé que la cosecha española caiga este año de media un 30%, hasta quedarse en solo 13,3 millones de toneladas. 

Según fuentes de la Unión de Pequeños Agritucultores y Ganaderos (UPA) se han tenido pérdidas de cosechas completas. Insisten en que la situación actual no se producía desde hacía más de 20 años. Esta asociación ha recogido perdidas producidas en todo el territorio que ascienden a los 2.600 millones de euros.

El sector más afectado es el de los cultivos herbáceos, debido a que en el momento clave de la cosecha faltó la lluvia. Los cereales no llegaron a nacer, de manera que se han producido pérdidas totales. Sólo en las dos comunidades castellanas (Castilla y León y Castilla-La Mancha) se calculan unas pérdidas del sector cereales de 1.200 millones .También se han visto gravemente afectados la cosecha de tomates y el olivar.

Los agricultores asumen el problema de cara al futuro de manera muy pesimista, debido a la realidad de que las temperaturas están subiendo año tras año. Por eso piden mayor implicación en el problema al Gobierno.

El pasado 9 de junio entró en vigor el Decreto de la Sequía, con las medidas para poder paliar las pérdidas producidas por la falta de lluvias. Entre las medidas promovidas por este nuevo decreto se encuentra dar apoyo financiero a los productores ante la escasez de precipitaciones. Esta medida se centrará sobre todo en las cuencas del Segura y del Júcar, que llevan oficialmente en sequía hidrológica desde 2015. También en cuenca del Duero, para la que el Gobierno tramita por vía de urgencia una declaración similar.

Sin embargo, el colectivo agrario ve “absolutamente insuficiente” estas medidas, ya que cree que no abarcan el problema globalmente. Se quejan de falta de financiación para los ganaderos, que ya se encuentran bastante endeudados. Señalan a su vez que tampoco facilitan medidas para reducir las tarifas eléctricas de los regantes, uno de los principales costes para estos agricultores. Otra de las medidas que reclama el sector es una mejora en las pólizas de los seguros agrarios, tan necesarios cuando surge este problema. Por otra parte ponen de manifiesto que esta medida solo se centra en los territorios que ellos consideran más dañados, lo que deja fuera por ejemplo la cuenca del Ebro, que se encuentra afectada por la falta de precipitaciones.

La única solución que ve el sector a este problema que se evalúa en 1.600 millones de euros es lograr mayor apoyo por parte del Gobierno. Las asociaciones agrícolas y ganaderas consideran que las ayudas por parte de la Administración no ascienden ni a los 60 millones de euros.

A falta de que el Gobierno riegue con las ayudas que el campo anhela, solo queda mirar al cielo y los mapas de previsiones. Estos solo indican una ola de calor sofocante que seca totalmente las esperanzas del sector agrícola.

Rocío Morales

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