domingo, mayo 19, 2024
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¿Cambiar la hora o cambiar de meridiano?

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Para ser un dios se debe poseer el tiempo. Poderosos y tiranos siempre quisieron administrar el sol. El cambio de hora no trata del ahorro. El tiempo es tan poderoso que ha sustituido al kilómetro a la hora de medir la distancia o determina el valor del tipo de interés, por ejemplo.

Mao, puesto que había conquistado la igualdad, puso una hora idéntica a los cinco husos horarios chinos; Chavez hizo que Venezuela funcionara con media hora de diferencia respecto a sus vecinos; Franco, en 1942, cuando creyó que el sol sería alemán, nos robó nuestro meridiano y nos puso la hora de Berlín. 

El 2002 trajo el Euro y también la aplicación de la directiva europea sobre el cambio horario. Años antes, entre 1973 y 1974, como consecuencia de la guerra del Yom Kippur, que desgarró Oriente y Europa por décadas, «algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación», explica una información de archivo del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).

Así que usted se habrá levantado como siempre, a pesar de alargar su noche una hora más. Un regalo de cinco meses que no solo da por terminado el verano sino del que será privado en primavera por durante siete meses.

Un cambio de poca trascendencia

Se supone que la trampa que le hacemos al sol es retrasar el amanecer. Se trata de que la demanda en horas tempranas, cuando es más alta porque la gente se levanta para ir a trabajar, no aumente. Ese ahorro, se dice, compensa lo que gastaremos de más al retrasar el anochecer.

Según el Ministerio de Industria, el ahorro supone el 5% del consumo en iluminación, para entendernos 500 millones de euros. Otras estimaciones aceptan que ese puede ser el límite pero rebajan el rango más probable a los 300 millones. De esas cantidades, un tercio correspondería a los hogares y el resto a la industria y los servicios.

Pero el caso, estimado y estimada lectora, es que ni esta es nuestra hora ni este nuestro meridiano.

España le hace trampas al sol

Como se dijo al principio, Francisco Franco decretó el 2 de Mayo de 1942 nuestra independencia del sol y nos colocó en horario de Berlín, adelantando una hora nuestro reloj. Es decir, con cambio europeo de horario o no, España está en una franja horaria que no le corresponde.

Nuestra zona horaria, por posición geográfica, debiera ser la misma que Portugal y el Reino Unido. Los inusuales horarios españoles, con jornadas laborales tan  largas y con una gran pausa a la hora de comer, a más de las denostadas siestas, están detrás de la trampa que le hacemos al sol. Al no coincidir la hora oficial con la solar, en la mayor parte de España amanece más tarde y anochece más temprano que en nuestro entorno europeo.

La España peninsular tiene actualmente una 1 hora por encima de la que realmente le correspondería por su situación geográfica, ese desfase es de 2 horas en el caso de la de Galicia. Canarias está 1 hora menos de la que le correspondería. Es decir, las artimañas europeas para el ahorro eléctrico no tienen nada que ver con los horarios españoles ,que ya están adelantados una hora durante todo el año.

Para entendernos, durante siete meses al año, de Abril a Octubre, logramos conseguir un periodo de más luz solar, con un coste de mayor número de horas de calor y altas temperaturas, provocando que los máximos históricos de consumo eléctrico se produzcan en esos meses y más que superando los magros ahorros que se producen en los cinco meses horario invernal.

Jornadas laborales

El caso es que el cambio horario no conduce a jornadas laborales más cortas en las que se puedan disfrutar de un mayor número de horas de tiempo libre, al retrasar el anochecer. El horario laboral español se prolonga más que en los demás países de nuestro entorno, provocando problemas para conciliar la vida profesional, personal y familiar.

El acercamiento de nuestros horarios con los del resto de Europa, y la vuelta al huso horario del meridiano de Greenwich (que es el que nos corresponde) es lo que beneficiaría a nuestra economía y a nuestra vida cotidiana, en lugar de la estrategia de los cambios horarios.

Si acercamos nuestra hora oficial a la solar mejoraría nuestra productividad por hora trabajada – ahora de las más bajas de Europa – ( serían innecesarios los parones laborales para pausas de almuerzo, comidas, etcétera) y mejorarían las posibilidades de conciliación. A partir de las 20:30 podríamos cenar y sería la hora donde las principales cadenas ofrecieran sus informativos. El 'prime time' de nuestras televisiones podría comenzar de 21:00 a 23:00 y contaríamos entonces con una hora más de sueño, que es lo que nos separa del resto de europeos.

No es la hora, es el meridiano lo que hace irracional y costoso el horario español. La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE) sostiene que los cambios horarios no surten los efectos que persiguen. España engañando al sol es una excepción horaria; el fraude al tiempo tiene un coste: menos descanso, menos conciliación, menos productividad. 

Miguel de la Balsa

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