martes, mayo 7, 2024
- Publicidad -

El matrimonio Bayer-Monsanto o el camino hacia el oligopolio alimentario

No te pierdas...

Concentración de poder, pérdida de soberanía, reducción de la diversidad agrícola, incremento de precios, impacto negativo para el cambio climático y una amenaza directa para los agricultores y consumidores. Así describen las organizaciones ecologistas las consecuencias que generará la fusión de Bayer y Monsanto en el sector agroalimentario. Después de meses de negociaciones e incluso intentos fallidos, la compañía alemana ha adquirido por 66 millones de dólares a la multinacional estadounidense, reina de los transgénicos, es decir, de las semillas modificadas genéticamente. Un matrimonio que supone el camino hacia el oligopolio en el sector e incluso hacia un cambio de modelo agrícola. “Supone una mala noticia para la población, la toma de decisiones sobre qué tipo de alimentos y en qué condiciones se producen se encuentra cada vez en menos manos y cada vez más lejos de la ciudadanía”, denuncia Ecologistas en Acción (EA).

La organización ecologista recuerda que el sector semillero y de los agrotóxicos lleva décadas evolucionando hacia una mayor concentración. En concreto, las seis empresas más potentes han adquirido más de 200 compañías semilleras en los veinte años pasados, prácticamente desde la introducción de los primeros cultivos transgénicos en el mercado. “Todas las decisiones sobre nuestra alimentación van estando más ligadas a la acumulación de beneficios por parte de unas pocas empresas, en lugar de la satisfacción de las necesidades de las personas”, afirma Gabriela Vázquez, portavoz de EA, que insiste en que esta situación supone el deterioro de la regulación alimentaria.

En concreto, EA cree que las multinacionales del sector buscan un modelo petrodependiente, concentrador de la propiedad y basado en el cultivo de grandes extensiones dedicadas a la especulación en mercados internacionales. “La tendencia globalizadora es intentar que la regulación alimentaria, sanitaria, sea cada vez más baja en todos los lugares a través de la eliminación de trabas para la obtención de beneficios. Cuando dos empresas compiten, una vez que que ciertos términos de eficiencia ya se han igualado entre las dos, lo siguiente que pueden hacer para bajar los precios es empeorar las condiciones laborales de los trabajadores o empeorar las condiciones ambientales en las que se producen los alimentos, etcétera”, añade Vázquez.

Pérdida de diversidad agrícola

Durante los últimos años las fusiones y compras de grandes empresas se han precipitado. Tras la unión de Dow y Dupont, la adquisición de Syngentha por parte de la empresa estatal china Chemchina llega la integración de Monstanto dentro de Bayer y eso supone el desarrollo de un nuevo escenario. “Este tipo de multinacionales velan por su interés privado, que es el de obtener beneficio económico y no por el interés general. Se ha visto en la historia de la agricultura reciente. Centran su atención en unos cuantos cultivos y productos para maximizar los beneficios. Hemos tenido una pérdida de diversidad agrícola basta grande. Hoy en día las grandes corporaciones y el mercado alimentario global se mueve en torno a muy pocas materias primas, como en el caso del maíz, la soja, etc”, sostiene Luis Ferreirim, responsable de la campaña de agricultura de Greenpeace. Vázquez, portavoz de EA, defiende la misma tesis: “Estas empresas cuanto menos competencia tengan menos posibilidades hay de que pueda haber otras opciones. Se acomodan y ponen las condiciones que quieren y a los demás no nos queda más remedio que aceptarlas”.

Por otro lado, los ecologistas también destacan el impacto medioambiental que pueden provocar este tipo de fusiones. “Hay que fijarse en su historial. Monsanto con los transgénicos y el glifosato, el herbicida más nocivo del mundo e incluso clasificado como probablemente cancerígeno en los seres humanos y Bayer, que tiene uno de los insecticidas más dañinos del mundo, que de hecho fue restringido por el daño que produce a las abejas y otros insectos polinizadores que son fundamentales para la agricultura”, apunta Ferreirim que recuerda las numerosas alertas por parte de los expertos. “El 85% del mercado agroalimentario se quedaría en manos de cuatro grandes empresas. Acumulan poder incluso a nivel político, pueden influir para que los controles se hagan a su favor. Sin duda asusta. Hay informes de expertos mundiales que dicen que tenemos que abandonar esta senda caracterizada por la uniformidad. En junio los expertos mundiales explicaron a través de un informe que tenemos que pasar urgentemente a la diversidad y a la agricultura ecológica”, asegura el portavoz de Greenpeace.

Tanto Ecologistas en Acción como Greenpeace defienden el desarrollo de la agricultura ecológica, es decir, que la producción no sea decidida por grandes empresas sino por las propias poblaciones de cada territorio. “El modelo agroecológico busca la justicia social y ambiental. Es un modelo que busca producir de una forma sostenible en el mejor sentido de la palabra con condiciones justas para consumidores y trabajadores”, concluye Vázquez.

Marina García-Rico

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -