martes, mayo 14, 2024
- Publicidad -

Génova, huérfana

No te pierdas...

María Dolores de Cospedal lleva más de 100 días sin conceder una rueda de prensa en la sede nacional del Partido Popular. Y en el partido se está instalando una sensación de orfandad sin precedentes. El vicesecretario de Organización y director de campaña, Carlos Floriano, y el responsable de comunicación electoral, Pablo Casado, son las nuevas voces autorizadas del partido. Pero aún hay quien reclama la figura de la secretaria general para explicar los últimos temporales que han azotado con fuerza a la formación conservadora: la investigación de Hacienda a Rodrigo Rato, el hundimiento del PP en Andalucía, la nueva crisis interna generada por el aborto, o las últimas grabaciones que se acaban de publicar y en las que supuestamente se puede oír al presidente de la diputación de Valencia y candidato del PP al ayuntamiento de Xàtiva, Alfonso Rus, «contando billetes». Pero Cospedal se resiste.

21 de enero de 2015. «Si hay una caja B, no es del PP, sino de la persona que la llevaba». Ésta fue la última declaración comprometida que la secretaria general del PP hizo en Génova, 13. Aquel día no era lunes, como solía ser habitual para que tuviera lugar este tipo de comparecencia. Pero la dirección del partido se había reunido en Génova para perfilar el programa de la última Convención Nacional que celebró en Madrid los días 24 y 25 de enero, y la secretaria general decidió convocar a los medios de comunicación. El centro de aquella comparecencia no fue el cónclave 'popular', sino su principal pesadilla: 'Gürtel' y Bárcenas. La Abogacía del Estado acababa de acreditar la existencia de una caja B en el PP, tal y como ya había hecho la Fiscalía Anticorrupción y el juez Pablo Ruz.

Los fantasmas volvieron a su cabeza. Dos años antes, en una rueda de prensa similar, había cometido probablemente el mayor error político de su carrera. «La indemnización que se pactó fue una indemnización en diferido en forma simulación de lo que hubiera sido en diferido en partes de lo que antes era una retribución». Esta fue la enrevesada explicación que la dirigente 'popular' dio cuando se le preguntó acerca de por qué el partido seguía abonándole la seguridad social y la vida laboral del exdirigente certificaba que se aplicaron retenciones IRPF hasta enero de 2013. La tensión se palpaba por momentos. Acabó aquella rueda de prensa y se hizo el silencio. Nadie entendía muy bien lo que había admitido: ¿el PP había recurrido a una fórmula que pretendía simular un contrato? ¿aquello era legal? Bárcenas llegó a demandarles por despido improcedente, pese a que se suponía que ya no trabajaba para el PP desde 2010. Y aunque el juez no le ha dado la razón, lo cierto es que hace sólo unos días el Tribunal Superior de Justicia de Madrid anunció que apreciaba un posible fraude en este famoso «despido en diferido».

Éste fue el momento concreto en el que comenzó su verdadero declive al frente de la secretaría general del partido. Hasta esa fecha siempre había existido un sector crítico que no veía con buenos ojos su doble condición ('número dos' de Rajoy en Génova y presidenta de Castilla-La Mancha). Pero lo que hasta la fecha sólo era un malestar silenciado, se convirtió en un problema importante en el seno de la formación. Desde ese momento, el centro de la diana ha tenido nombre propio: el suyo. Los resultados de las últimas elecciones europeas -2,6 millones de votos menos, 16 puntos de caída y 8 escaños perdidos-; culpa de Cospedal. Y la última debacle en Andalucía -17 escaños perdidos y 500.000 votos menos-, también. Así se las gastan en el número 13 de Génova. Ella no tuvo nada que ver en la elección del sucesor de Arenas. De hecho, el nombramiento del Juanma Moreno supuso un éxito para su 'archienemiga' Soraya Sáenz de Santamaría. Pero aún así, todos los dardos volvieron a caer sobre ella.

Cada vez que una crisis de estas dimensiones explota en el PP, el argumentario habitual de crítica es que el partido está abandonado. «Necesitamos una secretaria general que esté centrada al cien por cien en el partido», corean insistentemente en el PP. Hasta el momento, Cospedal había intentado ignorar la críticas, pero no es menos cierto que desde hace tres meses su actitud ha cambiado considerablemente. Lleva más de 100 días sin aparecer por la sala de prensa de la sede nacional, y entre los 'populares' ya empieza a existir un sentimiento de orfandad plenamente justificado. «Parece que nos pilota Carlos Floriano», han llegado a lamentar fuentes consultadas por estrelladigital.es. Hasta el momento, Floriano única y exclusivamente comparecía de vez en cuando. De hecho, cuando Cospedal decidió poner tierra de por medio tras su «finiquito en diferido» y estar varias semanas sin comparecer en rueda de prensa, nadie salió en su lugar. Pero es evidente que las cosas están cambiando en el PP.

Cospedal, centrada en Castilla-La Mancha

Desde que Floriano fuera elegido de nuevo director de campaña (también se encargó de las europeas), él ha sido el encargado de dar la cara en las situaciones más complicadas de los últimos meses. Y no han sido pocas: se descubrió que el «ministro del milagro económico español» (Rodrigo Rato) se acogió a la amnistía fiscal de Rajoy y está siendo investigado por Hacienda por posible blanqueo de capital. El PP se hundió en Andalucía el pasado 22 de marzo. Y para colmo, a menos de una semana del arranque de la campaña, Alfonso Rus, presidente de la Diputación de Valencia, alcalde de Xàtiva y candidato oficial del PP para esa localidad, es pillado supuestamente «contando billetes». En ninguna de estas situaciones ha salido Cospedal a dar la cara; el peso ha caído sobre Floriano. Aunque para capear el temporal, y sabiendo que esto podría ocurrir, Rajoy le puso 'número dos'. El joven Pablo Casado, diputado por Ávila, expresidente de NNGG Madrid y hombre de confianza de Aznar y Aguirre, es el director de comunicación de la campaña, el tertuliano de moda del PP, el que comparece cuando el vicesecretario de Organización no puede/no quiere, y el que le ha acompañado en los momentos complicados. Ellos son las dos caras más visibles ahora del partido.

Cospedal ha estado 'missing'. O lo que es lo mismo, centrada totalmente en Castilla-La Mancha, donde está haciendo todo lo posible por revalidar su triunfo. Una ausencia que en cuadros 'populares' no ha tardado en volver a ser interpretada como una muestra más de su incapacidad para compatibilizar cargos. «Están pasando cosas importantes en el partido, pero la secretaria general está haciendo campaña en su tierra», se lamenta otro 'popular'. El pasado 10 de marzo explotó, y en un encuentro informativo organizado por el Foro ABC-Deloitte insinuó que si volvía a ganar en Castilla-La Mancha sería «una opción» dejar la secretaría general del PP. Unas sorprendentes declaraciones por las que tuvo que desdecirse, que supusieron un fuerte huracán para la formación, y que no ha cesado hasta que Rajoy ha dado un puñetazo sobre la mesa.

El pasado 7 de abril, durante la última Junta Directiva Nacional el presidente pidió a los suyos que «no se enredaran en asuntos que sólo importan a 25». Rajoy se refería a la guerra que se había desatado entre Cospedal, Sáenz de Santamaría y Arenas por la gestión del partido. Hoy ya ha dejado claro que no sólo quiere a Cospedal en la secretaría general del partido que preside –«Ha tenido que lidiar situaciones muy complejas y muy difíciles», recordó a los críticos el pasado abril-, sino también en Castilla-La Mancha, donde un nuevo triunfo en este histórico feudo socialista -las encuestas no aseguran nada aún-, supondría un buen balón de oxígeno para la formación. Tanta es la importancia para Rajoy, que durante las dos próximas semanas, el líder conservador se volcará con 'su número dos': viajara hasta en tres ocasiones a tierra manchega, la región que más visitará en esta intensa campaña. Mientras, eso sí, Génova seguirá huérfana.

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -