Aparentemente, sigue siendo el país que acostumbraba ser: sociable y tónico, decidido a no dejarse aplastar por la adversidad. Sin embargo, nos quedamos cortos afirmando que los españoles saben lo que les espera. En este país que registra el récord del optimismo europeo desde hace diez años, nunca la preocupación nacional alcanzó estos límites. En julio, incluso antes de la crisis financiera, tres de cada cuatro españoles esperaba ya un agravamiento de la situación económica. A pesar de que solamente una minoría (el 25%) la sentía ya en su vida personal”.
“De todos los países de Europa, España es donde la crisis va a hacer más daño. Ya en recesión, el FMI ha pronosticado para el país un crecimiento negativo (-0,2%) en 2009. El paro, ese mal absoluto que recuerda a los españoles los negros años en los que tenía que exiliarse para encontrar trabajo, podría aumentar hasta llegar al 15% o quizás más. La construcción, locomotora de la economía española, se hunde. La venta de coches nuevos ha bajado un 40%. Impenitentes tíos chutados al crecimiento y al consumo, los españoles están endeudados hasta las cejas. Los impagados están al rojo, los litigios por liquidaciones judiciales han aumentado un 150%”.
“El ‘shock’ es tan brutal que José Luis Zapatero durante un tiempo dio la impresión de no querer tomar medidas. La pasada primavera, recién reelegido, distribuyó 400 euros que había prometido durante su campaña electoral como bonificación fiscal a los españoles. ‘ZP’ temporizaba cuando la burbuja inmobiliaria ya había estallado y se anunciaba la crisis financiera. Los periódicos contabilizaron entonces hasta cuarenta perífrasis –pausa, inflexión… antes de que se decidiera a pronunciar la palabra fatal de crisis. Pero el buenísimo de Zapatero, ya no es de recibo. Se ha convertido en un presidente que vive una tempestad a la cabeza de un país que encaja golpe tras golpe el huracán inmobiliario y el tsunami financiero. Hoy en día, la inmigración también amenaza con convertirse para Zapatero en una bomba política retardada”.
“A esta España que acaba de vivir el equivalente a nuestros Treinta Gloriosos en menso de quince años, tiene que decirle que ha llegado una época de sangre, sudor y lágrimas. ¿Dará Zapatero la talla para este papel? Él sabe que será juzgado de viso Por algo ha removido cielo y tierra para estar presente el 15 de noviembre en la cumbre del G-20 en Washington”.
“La doble crisis inmobiliaria y financiera deja cruelmente al desnudo las debilidades estructurales de la economía española. Enmascaradas durante los años de loco crecimiento, se arriesgan ahora con experimentar el choque más profundo y duradero de que nunca hayan tenido. Es indudable que la crisis todavía no ha entrado en su fase más dura ¿Tendrá Zapatero el coraje suficiente para hacerla frente?. En el año 2004, accedió al poder gracias a la desastrosa gestión de los atentados de Madrid por el gobierno de Aznar. En 2008, ganó principalmente porque el Partido Popular se perdió malgastándose en una oposición estéril”.
“Frente a un auténtica crisis, su imagen de socialista posmoderno y sonriente, no es suficiente. Mariano Rajoy, líder de la oposición, no ha sabido imponerse siempre y sigue siendo prisionero de la herencia neoliberal de Aznar. Pero el paro y el poder adquisitivo van ofrecerle temas ‘duros’ para retomar la defensiva. Por vez primera, desde la nueva legislatura, las intenciones de voto para el Partido Popular han adelantado ligeramente a las del PSOE. Y, en la encuesta del CIS, Zapatero acaba de obtener su peor nota (4,7 sobre 10) desde su llegada al poder”.