sábado, mayo 18, 2024
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Joaquín Cortés

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Joaquín Cortés presenta en Madrid Calé. Un espectáculo que ya estuvo en la capital esta primavera y que quiere ser el homenaje del artista a los de su raza. Para ello concibe el asunto en ocho apartados. Son todos actos hechos para mayor honra y gloria del bailarín flamenco. Luego no se ven las cosas, parece que no hubiera ese guión que dicen está en el papel.

Que digo yo que es un bailarín. Es más, es una primera figura del flamenco. Mucho más que ha querido y conseguido luchando, es una estrella, bueno más todavía, es una megaestrella que cuando concibe un espectáculo nuevo es para lucir su ego. Luego su arte aparece o no según los casos, los días y los estados de ánimo.

En Calé no hay historia no palos, ni estilo de baile ni guión, ni estructura, ni corazón a pesar que este trabajo esté dedicado a la luz de mis ojos, mi madre, según reza en la portada del programa de mano.

Todo es una bulla de baile, de música y de espectáculo. Un batiburrillo.

El decorado está hecho con video de tres dimensiones. Una pantalla frontal y otras laterales que continúan la fragmentación de triángulos que recuerdan los colores a los de Mondrian. Mucho color, mucho juego de luces y siempre se encienden las ‘diablas’ que parecen cuarzos que iluminan carteles publicitarios de la calle.

La música, los músicos, sus músicos, están allí en escena para la bulla. Son muchos, conté 17. Para hacer ruido y ritmo. Gritan en vez de cantar .Todo el tiempo se dirigen al técnico de sonido para que suba el volumen, tanto que parece el teatro una discoteca macro. Si le toca al lado de los altavoces es mejor que lleve tapones.

El baile, su baile, son destellos de otros tiempos. Joaquín Cortés fue un buen bailarín y ya está en decadencia desde hace por lo menos dos años. Ahora no hace un palo completo ni aunque esté la televisión.

Quedan lejos aquellos tiempos en los que prodigaba su poderosa técnica y su enorme capacidad técnica. Ahora se conforma con pedir el aplauso del público a cada instante. Y este es su único objetivo de la estrella.

En Calé-Joaquín Cortés está solo y se basta. Sus bailarinas tienen una única coreografía con los pechos al aire y unos preciosos trajes-faldas-estandartes de Armani que tienen que ondear sin levantarse del suelo del escenario.

Pocas veces más saldrán para acompañar al ego del baile que es el director de la compañía, el coreógrafo y el único capaz de entender el principio y el fin del espectáculo. El es el que hace la bulla y el que embarulla las cosas.

Así concebidas las cosas sale el bailarín convertido en estrella, que digo yo en megaestrella y se empeña en que le aplaudamos todo lo que haga. Y le seguimos, y le bailamos el agua y el no baila. El se conforma con abrir los brazos, darle una patada al escenario y pedir al técnico de sonido que suba el ídem para que suene fuerte el taconeo. ¡Vale tio!

Calé

Dirección y Coreografía: Joaquín Cortés

Música de J. Cortés, Antonio Carbonell y Pepe ‘Montoyita’

Teatro Nuevo Apolo de Madrid. www.joaquincortes.org/

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